Actualizado en noviembre de 2020
Septiembre, mes del comienzo del otoño en el hemisferio norte. Bajan las temperaturas, el sol cede algunas horas del día a las nubes y caen las primeras lluvias. También el cabello. En realidad no hay una relación directa entre el otoño y la pérdida de pelo, aunque haya muchos portales en Internet que sí establezcan una causa-efecto (caen las hojas, luego también el cabello…). Tenemos el otoño y tenemos la caída del cabello, pero lo uno no lleva a lo otro. El cabello cae en esta época por una serie de razones, pero no simplemente porque el calendario lo diga. Lo que realmente sucede es un proceso natural denominado ‘efluvio telógeno estacional’, modifica el ciclo del cabello y produce algunas de las consecuencias, que vamos a repasar y que muchas responden a la pregunta ¿por qué en otoño es más habitual que caiga el cabello?
Vayamos al grano: ¿Qué distingue al otoño de, por ejemplo, el verano? Caen las hojas, luego…
No, olvidémonos de las hojas por un momento. Centrémonos en cuatro aspectos que sí guardan relación con el tema de hoy:
Sólo con estas pistas ya podemos explicar por qué en otoño perdemos más cabello que en verano. (Y ni siquiera hemos hablado de las hojas).
El sol, el agua de la piscina o de la playa, la arena, la exposición a la contaminación y cierta despreocupación por las horas de sueño y la comida equilibrada han conseguido que nuestro cabello acabe el verano pidiendo auxilio. Si has tenido un verano con alguno de los anteriores factores dañinos, o con todos, lo más probable es tu cabello haya evolucionado hacia un estado de sequedad, falta de brillo y aspecto quebradizo. En este estado, el cabello tenderá a caer con más facilidad que si estuviera sano. Aquí tienes una explicación para la caída otoñal del cabello.
Terminan las vacaciones y vuelve la rutina. Si tu rutina está ordenada, es placentera y las únicas taquicardias que te entran son cuando estás en el cine, deja de leer porque este apartado no es para ti. Pero si tu día a día se compone de llamadas por sorpresa de colegio/jefe/banco, trabajos que tenían que estar hechos “para ayer”, carreras y una sensación de no llegar a tiempo nunca a nada, entonces aquí tienes otra causa de caída del cabello.
El estrés provoca una reacción de emergencia en nuestro organismo que cambia totalmente el orden de las cosas. Si en un estado normal, nuestros nutrientes se reparten de forma razonable entre todas aquellas partes que los necesitan, bajo el estrés esto desaparece, y el propio organismo establece otras prioridades. Que te has puesto hasta arriba de brócoli y esperas que todo ese azufre vaya a parar a tu cuero cabelludo para eliminar impurezas, pues no, bajo el estado de emergencia por estrés ese azufre tiene mejores usos. En esta situación, no nos engañemos, nuestro organismo no piensa que el cabello sea necesario, así que los recursos que tenga los va a dedicar a otras cosas. Y un cabello sin recursos, es un cabello con tendencia a caer.
El estrés este año juega en nuestra contra puesto que la situación provocada por el Covid-19 no se lo está poniendo fácil a nadie. Es probable que muchas personas estén pasando por momentos de incertidumbre, angustia o ansiedad, todo esto transformado en estrés hace que el cuerpo libere cortisol, elemento que influye directamente en el folículo piloso y por tanto en la calidad y cantidad de nuestro cabello. Así que aunque hay indicios de algún problema capilar tras pasar esta enfermedad, el modo en el que el coronavirus ha afectado más a nuestro pelo es consecuencia de la situación de estrés que está creando desde su fuerte irrupción en el panorama internacional.
Lo queramos o no, nuestro entorno influye sobre nuestro cuerpo. Si recibimos sol y luz, estamos más felices que si pasamos la tarde en un sótano. Nuestras hormonas lo sienten así, y se han pasado todo un verano disfrutando de cielos soleados y horizontes brillantes. ¿Qué pasa cuando todo esto se acaba? Pues que las hormonas tienen que recolocarse, tienen que readaptarse al entorno, a la rutina e incluso a la dieta otoñal, que también cambia. El resultado de todo esto es un proceso de cambio que puede volvernos un poco locos (aquí es donde entra el síndrome posvacacional, por cierto), y esta locura afecta a nuestro cabello. En este proceso de cambio, las hormonas no son especialmente eficaces y, si tenemos en cuenta que son las hormonas las que organizan el desarrollo de los folículos pilosos, ahí tenemos otra causa que explicaría por qué ahora perdemos cabello.
No es la causa más fácil de ver, o al menos no lo es tanto como las anteriores. El sol es una de las pocas fuentes que tenemos para obtener vitamina D, que es fundamental porque ayuda a absorber el calcio. Puedes tomarte cinco litros de leche al día, pero si no tomas suficiente vitamina D, tus huesos seguirán como si nada.
El calcio es uno de los minerales más importantes para nuestro cabello, pues influye de forma notable en el equilibrio hormonal que, como ya hemos visto, participa en el desarrollo de los folículos pilosos. Unos cabellos que no absorben calcio porque no tienen suficiente vitamina D son proclives a caerse antes de tiempo.
Otros factores que, indudablemente, influyen en la salud de nuestro cabello son la alimentación y las técnicas que empleamos para cuidarnos la cabellera. En cuanto a la alimentación, seguir una dieta sana es fundamental para lograr una fuerte salud capilar, entre otros ingredientes hay que reforzar el consumo de Omega-3 (pescado azul y frutos secos), vitaminas A, C y E (verduras de color verde), proteínas, hierro, zinc y biotina, etc.
No podemos olvidar mencionar las técnicas empleadas para el cepillado, secado y peinado del cabello. En cuanto a los productos, lo ideal es encontrar el adecuado para nuestro cabello según su naturaleza (liso, rizado, seco, graso, etc.) evitando los parabenos o colorantes y procurando que sea lo más neutro posible. A esto hay que añadir la precaución al abusar del secador del pelo, de las plancha o de los peinados y tintes agresivos.
Así que no, el pelo no se cae porque imite la caída de las hojas, sino porque el otoño trae consigo una serie de cambios que afectan a nuestro organismo y, particularmente, al cabello.
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