O de lavarse el pelo poco. O de lavarse el pelo con productos que no son comerciales. El no poo es, en definitiva, una forma de reducir el uso de champús de grandes marcas. También es un juego de palabras bien traído: no poo viene del inglés no shampoo, pero además tiene otra lectura: poo es lo que dicen los niños pequeños ingleses para referirse al resultado de una buena digestión.
Los aficionados y aficionadas al no poo se dividen en tres categorías: los que no se lavan el pelo nunca, los que se lavan el pelo con productos naturales que sólo encuentran en herbolarios o tiendas muy específicas y los que optan por la fórmula del bicarbonato y el vinagre de manzana para su higiene capilar. Sea cual sea el caso, el fundamento es el mismo: el cabello, y particularmente su grasa, tienen la capacidad de autorregularse, es decir, de producir lo justo y necesario para mantener la mejor conservación. Acabemos pronto con esta idea: no hay evidencia científica de que esto sea así.
Aunque hemos hablado de personas que nunca se lavan el pelo, lo cierto es que no es lo habitual. La moda no poo, que tuvo su apogeo a finales de la década pasada, animaba a no volver a usar nunca un champú ni un acondicionador. Esta prohibición, que parecía muy revolucionaria, estaba condenada al fracaso: un cabello que durante el día sirve de pista de aterrizaje para toda partícula flotante del ambiente se afea enseguida si no se lava. Así de sencillo.
Cuando quedó claro que era incompatible vivir en el siglo XXI y mantener una cabeza limpia sin usar agua y jabón, los líderes del no poo aflojaron las limitaciones: ahora podrían usarse los champús, pero nunca aquellos que venden en las tiendas normales. En vez de eso, las herramientas de limpieza serían el bicarbonato y el vinagre de manzana. Primero se propuso el bicarbonato de sodio, o bicarbonato común, pero resultó que dejaba el pelo muy, muy seco. Eliminaba la grasa, como un jabón suave, lo que es, pero también el brillo. Para corregir este problema se introdujo el vinagre de manzana, un líquido que devuelve parte del brillo y el tono del cabello. Y así hasta hoy: el bicarbonato limpia y seca, el vinagre devuelve el brillo. Y puede funcionar: al final no deja de ser un lavado básico del cabello. Pero tiene riesgos.
El mayor problema de combinar bicarbonato y vinagre se debe al PH. El PH es una magnitud y mide la acidez (bajo PH: un limón tiene un PH de 2,5) o la alcalinidad (alto PH: la lejía tiene un PH de 14). Nos interesa la relación del PH con la piel. Nuestra piel es ligeramente ácida, con un PH que oscila entre el 4,5 y el 5,5, y tiene que ser así porque de este modo nos protege de ciertas bacterias y hongos. Pero el PH puede variar si se combinan elementos con distintas medidas, de ahí que se recomiende siempre usar jabones con PH neutros, en torno al 5,5, que coincide con el PH habitual entre las personas. Como el valor es el mismo, el PH de la piel no cambia.
¿Qué ocurre cuando usamos el bicarbonato, con un PH de 9, en nuestro cuero cabelludo? Que modificamos nuestro PH, lo que puede provocar irritaciones y picores. Para corregir este efecto se recurre al vinagre de manzana, que tiene un PH de entre 2,5 y 3. Pero entonces, con este tipo de lavados pasamos del PH habitual del 5,5 al pico alcalino del bicarbonato, con 9, y luego al ácido del vinagre, con menos de 3. Una montaña rusa del PH que confunde a nuestro cuero cabelludo.
Entonces, ¿es limpio y seguro no usar champús convencionales y sustituirlos por bicarbonato y vinagre? Sin duda es limpio, pues estos productos alternativos sirven para limpiar el cabello, al igual que los champús convencionales. Ahora, ¿es seguro? Si se espacian los lavados, el riesgo a sufrir irritaciones y descamaciones en el cuero cabelludo es menor, pero existe ese riesgo.
No para todo el mundo. Es una opción que existe y que se puede probar, pero siempre teniendo en cuenta dos cosas. La primera, es recomendable una consulta previa con el dermatólogo, pues, como ya hemos dicho más arriba, el noo poo presupone al cuerpo una capacidad de autorregulación que no está contrastada científicamente. Primera cuestión: consulta con tu dermatólogo.
Y segunda cuestión: si quieres usar una limpieza alternativa para tu cabello, pruébala, pero que la razón que te invite a ello no sea porque pienses que así estás huyendo de productos químicos: tanto el vinagre como el bicarbonato de sodio son derivados de procesos químicos, tan naturales como casi todos los componentes de un champú o un acondicionador. Eso sí, si quieres huir de algún elemento que perjudique el cabello, huye del alcohol.
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