Dentro de la categoría de las alopecias difusas destacan las alopecias inducidas por quimioterapia y por radioterapia. Son alopecias que se producen como reacción a los tratamientos oncológicos: los componentes citotóxicos que atacan a las células cancerosas también dañan algunas células sanas, y esta agresión se deja ver en el cabello. La quimioterapia afecta al ciclo de vida del cabello y provoca el denominado efluvio telógeno, por el que un alto porcentaje de folículos pilosos que estaban en fase de crecimiento, o fase anágena, pasa a la fase de reposo, o telógena. El resultado no es sólo que el pelo deje de crecer sino que empieza a caerse por mechones.
Superado el tratamiento, por lo general el pelo vuelve a crecer entre 3 y 6 meses después. En un 60% de los casos el cabello reaparece con algunos cambios en el color, la textura, el grosor o incluso en su forma, pasando de ser liso a ondulado y viceversa. En otros casos, el pelo no recupera la densidad que tenía antes del tratamiento.
La gran pregunta antes de iniciar la quimioterapia No es un proceso lento, sino todo lo contrario.
Las primeras caídas de cabello se dan días después de iniciar el tratamiento de quimioterapia. La semana inicial será sólo un mechón, pero
tras el segundo ciclo la caída será mucho más pronunciada. Por esto es muy importante tomar la decisión de qué hacer con el cabello durante el tratamiento antes de empezarlo.
¿Qué puedo hacer con mi pelo antes de empezar la quimioterapia? Las posibles respuestas son:
1) dejar que se caiga solo o
2) cortarlo.
Dejar que el pelo se caiga solo puede parecer la solución más cómoda, pero encierra algunos riesgos. El principal es que
los pacientes de quimioterapia quedan muy impactados cuando ven por primera vez las consecuencias del tratamiento. En la primera semana el impacto no es tan profundo, pues aunque comprobar que hay un mechón de pelo en la almohada sorprende, es un inconveniente que se puede disimular. El cambio drástico de imagen se dará durante la segunda y la tercera semana de tratamiento, cuando la mayoría del cabello se desprenda del cuero cabelludo. El pelo es uno de los rasgos más característicos de la imagen personal, y un cambio tan radical como perderlo en poco tiempo no es fácil de asimilar.
No obstante, dejar que el pelo caiga solo tiene un punto positivo con respecto a cortárselo. Para muchos científicos,
el cambio gradual de la imagen puede suponer para el paciente de quimioterapia una prueba de que el tratamiento funciona.
Cortarse el pelo es la opción favorita para muchos pacientes, pues les permite controlar el cambio de su imagen. El primer vistazo a una cabeza sin cabello es impactante, como ya se ha dicho más arriba, pero lo es menos si el paciente decide que esa es la imagen que quiere tener.
La otra gran pregunta Con la respuesta clara a la pregunta anterior, todavía queda otra que resultará igualmente importante para el desarrollo del tratamiento.
¿Qué opciones estéticas hay para pacientes de quimioterapia? De nuevo, hay dos posibles respuestas:
1) llevar gorros y pañuelos o
2) llevar pelucas.
Puede parecer que hay una tercera, lucir el cuero cabelludo, pero en realidad no es una opción válida. Sin pelo, el cuero cabelludo pierde buena parte de su protección y se hace especialmente vulnerable a los rayos solares y a los cambios bruscos de temperatura. Durante el tratamiento el organismo se somete a enormes esfuerzos, cualquier ayuda que se pueda prestar para protegerlo será siempre positiva. Esta es la razón por la que
el cuero cabelludo hay que llevarlo cubierto durante la quimioterapia.
En cuanto a los pañuelos y gorros, hay una amplia gama de ellos especialmente diseñados para pacientes oncológicos. Están fabricados en materiales delicados con el cuero cabelludo y
ofrecen algunos extras que las prendas habituales no tienen, como mechones de pelo en la frente y la nuca para simular cabello o bases de algodón que impiden que pañuelos y gorros se vuelen fácilmente con un golpe de viento.
Otra opción es recurrir a una
peluca oncológica.
Las pelucas son un recurso estético perfecto para disimular la alopecia durante el tratamiento con quimioterapia y radioterapia. Por un lado, disminuyen el impacto estético de verse sin pelo, y por otro, aportan mucha seguridad de cara a los encuentros con otras personas.
Hay
dos tipos de pelucas: las
sintéticas, que están hechas de fibras, y las
naturales, confeccionadas con pelo natural. Dentro de estas últimas, hay modelos ya realizados pero también se pueden encargar pelucas a medida.
Radioterapia La radioterapia funciona de forma distinta a la quimioterapia en su relación con el cabello. Si la quimioterapia actúa desde dentro del organismo, la radioterapia lo hace desde fuera, aplicando radiación en las zonas a sanar. Esta radiación provoca también la caída del cabello en las zonas expuestas pero, a diferencia de lo que ocurre en los tratamientos con quimioterapia,
el pelo de las zonas tratadas con radioterapia no volverá a crecer, por regla general.