La piel de laboratorio no es una novedad. En 2016 se realizó en España el primer trasplante de piel autóloga del mundo; es decir, de piel generada a partir de células del paciente. Se trató de un hito para la medicina regenerativa porque permite salvar la vida de pacientes con quemaduras extensas sin exponerlos a algunos de los grandes riesgos de un trasplante tradicional (rechazo, infecciones, etc.). Sin embargo, la piel de laboratorio se seguía diferenciando visiblemente de la natural en dos cosas: la pigmentación y el vello.
Científicos estadounidenses acaban de cambiar lo segundo.
Según explica Karl Koehler, miembro del equipo de investigación, después de muchos años de investigación y creación de tejidos a partir de cultivos celulares tridimensionales, los científicos han logrado desarrollar una «receta de cocina» para cultivar folículos pilosos. Los investigadores utilizaron las técnicas de cultivo tridimensional de trabajos anteriores para incubar células madre en un organoide durante 150 días.
Los organoides son órganos diseñados en el laboratorio a partir de células madre o células pluripotentes. Dado que conservan algunas funciones fisiológicas, se han venido utilizando durante los últimos años para el desarrollo de tratamientos. El organoide que se utilizó en esta investigación tiene forma de bola. El centro haría las veces de epidermis (la parte más exterior de la piel) y su exterior sería la dermis (la capa interior de la piel). Las raíces de los folículos cultivados se entrelazaron alrededor del organoide en una estructura tentacular.
Al cabo de los 150 días de incubación, tocaba probar la implantación. Los folículos cultivados fueron injertados en la piel de ratones desnudos, con un éxito superior al 50%. Es decir, más de la mitad de los organoides se convirtieron en folículos pilosos humanos funcionales, alcanzando así una de las metas que la comunidad científica dermatológica ha perseguido durante décadas.
Los cultivos de piel han permitido salvar numerosas vidas. Por ejemplo: en pacientes con quemaduras extensas, es difícil extraer tejido debido, precisamente, a la magnitud de las quemaduras. Gracias al cultivo, es posible realizar un injerto definitivo en muy poco tiempo. El cultivo de folículos permitirá, además, que los injertos tengan un aspecto más natural, porque casi todo el cuerpo está cubierto de finos vellos.
En cuanto a dermatología capilar, este descubrimiento podría representar una revolución considerable en el mundo del injerto. Así como el cultivo de piel en el caso de las quemaduras, con el tiempo, el cultivo de folículos pilosos podría permitir injertos extensos y densos sin retirar unidades foliculares de zonas pobladas del cuero cabelludo, como se hace en la actualidad .
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