La sequedad del cabello puede estar producida por muy diversos factores, tanto de índole interna como externa. Todos esos factores pueden provocar la deshidratación del cuero cabelludo y que las glándulas sebáceas no produzcan la grasa capilar en la cantidad necesaria. Los malos hábitos a la hora de lavar y secar nuestro cabello pueden contribuir a alterar el equilibrio natural del mismo.
Un pelo dañado se vuelve quebradizo, apagado y resulta muy difícil de desenredar pero, afortunadamente, existen hábitos que si se incorporan de forma periódica al cuidado del cabello, pueden devolver a nuestra melena un aspecto sedoso y brillante.
A la hora de lavar tu pelo, hazlo siempre y cuando sea necesario y aplicando productos destinados a tratar los cabellos secos, como el champú dermoprotector de IMD. Asimismo, existen tratamientos pre-champú para cabellos dañados. Es conveniente que el aclarado se haga con agua tibia porque el agua demasiado caliente debilita nuestro pelo. Si el aclarado final lo realizamos con agua fría, ganaremos brillo y suavidad.
El uso de una mascarilla hidratante se hace imprescindible al menos una vez por semana. Si contiene elementos como la elastina o el colágeno, conseguiremos un cabello más suave. También, los hidratantes capilares proporcionan elasticidad y suavidad al cabello, mejorando su aspecto.
Al peinarte, lo más recomendable es dejar secar tu cabello al aire libre pero si es necesario el uso de secadores, planchas o tenacillas, aplica siempre un spray protector del calor. No olvides desenredar el cabello mojado con un peine de púas largas y usar peines y cepillos de calidad.
Evita al máximo utilizar todos aquellos productos que contengan alcohol ya que, si abusas de ellos, solo conseguirás que tu cabello se reseque cada vez más.