A lo largo de nuestra vida, se nos pueden plantear diferentes situaciones que nos desborden o que no, simplemente, no nos veamos capaces de solucionarlas: el fallecimiento de un ser querido, una ruptura
sentimental, problemas con los hijos, la pérdida del puesto de trabajo, la enfermedad de alguna persona cercana…son situaciones que pueden superarnos.Pero cuando nos suceden este tipo de cosas u otras similares, tenemos dos opciones: dejarnos que el problema en cuestión nos gane la partida o, plantarle cara y salir victoriosos. Es en éste último caso cuando hablamos de resiliencia.
Según la definición que se recoge en la RAE (Real Academia Española de la Lengua) es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas. Pero, además, desde un punto de vista psicológico, la resiliencia nos permite salir fortalecidos de dichas situaciones.
Las personas resilientes, por tanto, no sólo son capaces de salir airosas y sobreponerse a situaciones difíciles, sino que son capaces de utilizar estas circunstancias para crecer personal y psicológicamente.
Estas personas tienen una visión mucho más optimista que las personas no resilientes, y son capaces de afrontar las vicisitudes de la vida con una sonrisa en los labios.
La persona resiliente, no nace, se hace. Aunque la resiliencia no viene determinada por los genes, si que podes afirmar, que existe una predisposición genética a tener un buen carácter. Todos podemos conseguir ser personas resilientes a lo largo de nuestra vida. Hay personas que lo consiguen por lo que aprenden mediante modelado, es decir, han tenido padres o personas que les rodeaban con esta cualidad y la han aprendido de ellos, otros, por el contrario, han conseguido convertirse en personas resilientes por sí solas. Por lo tanto, todos somos capaces de convertirnos en personas resilientes cambiando determinado hábitos y rutinas en nuestra vida.
Obviamente, los problemas capilares no se pueden comparar con problemas de mayor gravedad como pueden ser los relacionados con la salud, con el dinero o con la pérdida de un ser querido. Pero, es verdad, que las personas que los sufren no lo perciben de la misma manera. En estos casos, suelen aparecer interrogantes del tipo: ¿por qué a mí?, ¿funcionará de verdad el tratamiento?, ¿se me volverá a caer cuando lo deje?, ¿terminaré utilizando una peluca sino logran frenar la caída?, etc…
Ante todas estas preguntas, las personas que tienen una actitud positiva, que se dejan ayudar por los profesionales correspondientes, que se rodean de personas que ven el «vaso medio lleno y no medio vacío», que relativizan sus problemas y sacan siempre la parte positiva ante la adversidad, tienen más posibilidades de recuperación de su problema de caída que otra que, presentando la misma problemática, no sea una persona resiliente.
Con esto no queremos decir que los pacientes resilientes recuperen el pelo perdido, puede ser que lo único que consigan sea frenar la caída, pero lo que les hará diferentes al resto, es que su problemática les hará crecer como personas.
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