El síndrome de Procusto consiste en desprestigiar, rechazar e incluso despreciar a aquellas personas que no son iguales porque sobresalen
en determinado tipo de capacidades, sintiendo las personas que manifiestan este síndrome, miedo a que sean “mejor” que ellos o que “sean superados”.
Normalmente, las personas que padecen este síndrome presentan muy poca tolerancia a la frustración y baja autoestima. Suelen dudar de sus propias posibilidades, reaccionando de forma aversiva ante aquellas personas que perciben como superiores.
Por lo general, el síndrome de Procusto se da en personas con un elevado nivel de frustración y poca sensación de control, teniendo una autoestima baja o lábil. En ocasiones han sufrido vejaciones y diferentes eventos estresantes y traumáticos que han provocado que duden de su propia capacidad, con lo que personas que se perciben como superiores o con posibilidades a serlo les son aversivas.
Sin embargo, aunque es menos habitual, que también manifiesten ente síndrome personas con una elevada autoestima, que observan que son otros los que destacadan y se les tiene más en cuenta que a ellos.
Las personas que muestren este comportamiento pueden hacerlo tanto de manera consciente como inconsciente.
Para comprender un poco mejor este síndrome, vamos a remontarnos al origen de su nombre: el mito griego de Procusto.
Según la mitología griega, Procusto (al que también se le conoce como Damastes), era uno de los hijos de Poseidón (Dios griego de aguas, corrientes y lagos).
Procusto tenía la costumbre de ofrecer pasar la noche en su casa a los viajeros que así lo necesitasen, mostrando un trato cercano y amable. Sin embargo, una vez dormidos. Procusto tenía una “curiosa” costumbre; lo maniataba para comprobar si el tamaño del viajero era igual o no al tamaño de la cama de hierro en la que se acostaban. En el caso de que el tamaño del viajero fuese mayor que el de la cama, Procusto procedía a cortar lo que sobresaliese de ella. Por el contrario, si su tamaño era menor, intentaba estirar el tamaño del huésped rompiéndole los huesos.
En definitiva, Procusto conseguía siempre que, independientemente del tamaño del viajero, estos se ajustaran al tamaño dela cama en la que dormían.
Finalmente, fue Teseo, quien le propuso a Procusto comprobar si el mismo cumplía con los “requisitos” que exigía a los viajeros que hospedaba. Tras comprobar que su tamaño era mayor que el del lecho, procedió a aplicar el mismo castigo y lo mató.
Pues prácticamente en cualquier ámbito, llegando, en algunas ocasiones a producir graves daños a la persona/s que destacan.
Algunos de estos entornos serían:
En estos casos puede llegar a establecerse una relación tóxica entre la persona que presenta el síndrome y su pareja que causará sufrimiento a ambos.
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