Alopecia nerviosa o alopecia por estrés

Tener una vida estresada conlleva un cabello poco saludable y, en muchas ocasiones, su caída. Cuánto cabello se pierde, cuándo se pierde y cómo se pierde son cuestiones que varían muchísimo dependiendo de las características de la persona y de la cantidad de estrés que haya en nuestro día a día, pero es indudable que cabello y estrés combinan mal. Sin entrar en detalles, el estrés puede provocar alopecia difusa y pérdidas temporales de cabello a lo largo de toda la cabeza, lo que se denomina alopecia nerviosa. En ambos casos se trata de una pérdida temporal: eliminado el estrés, el pelo suele volver a crecer.

Estrés, un enemigo que nos ataca por todos los frentes

El estrés puede atacar tu cabello de diversas formas, desde dentro pero también desde fuera de tu organismo. Empecemos por el exterior: una situación estresante, como una tarea de última hora que no sabes si vas a poder entregar, cambia tus hábitos incluso sin que te des cuenta. Y uno de estos hábitos es la comida: ¿comerás un plato equilibrado en la cocina de la oficina, o en el parque, o más bien aguantarás todo lo posible frente a tu ordenador mientras devoras un par de chocolatinas o unas patatas sabor jamón?

Es más fácil pensar en la segunda opción, ¿verdad? Bueno, pues con esa elección estás dejando de nutrir convenientemente al cabello. Multiplica esa misma situación por cinco, uno por cada día de la semana, y crearás el hábito de no alimentarte bien y, en consecuencia, de no nutrir tu cabello. Y un cabello poco o mal nutrido es un cabello sin brillo, seco y con tendencia a caerse. ¿Es esta una alopecia por estrés? Desde luego.
Pero el estrés también actúa desde dentro. La consecuencia para nuestro organismo de una situación de estrés es el cortisol, una toxina que hace que nuestro cuerpo funcione peor. El cortisol es una hormona que genera nuestro organismo cuando la situación nos supera y que en gran cantidad resulta problemática, también para el cabello: mucho cortisol ralentiza la circulación de la sangre, entorpece el desarrollo del cabello, impide la absorción del agua y absorbe varios nutrientes que son vitales para el cabello. Casi nada.

Cómo luchar contra el estrés

Luchar contra el estrés es uno de los objetivos que más se repiten entre nuestros propósitos a largo plazo; es como el objetivo de ir al gimnasio o el de comer más sano. Todos conocemos sus beneficios, pero nos cuesta mucho ponernos con ello, entre otras cosas porque no valoramos correctamente lo que invertimos frente a lo que ganamos. Centrémonos en el estrés. ¿Qué invertimos? Sobre todo, voluntad: voluntad para planificar mejor el día a día, voluntad para soltar un par de ‘no, ahora no puedo’ al jefe o a algún compañero, voluntad para preparar la comida en casa y pasar de los snacks −incluso de esos que falsamente se venden como saludables−, voluntad para salir a correr o levantar algo de peso, voluntad para acostarnos pronto y conformarnos con ver un capítulo de nuestra serie favorita y no tres. Parece mucho esfuerzo, y eso mismo es lo que es: éste es el terreno en el que actúa la voluntad.

¿Y qué ganamos de nuestra voluntariosa inversión? Muchas cosas: tiempo para nosotros y para los que de verdad quieren pasarlo con nosotros, tranquilidad −en parte por ese tiempo extra, en parte por la perspectiva que da no vivir por detrás de los acontecimientos, sino por delante− y salud. Y, como parte de todo esto, un cabello más bonito, más fuerte, más brillante y con la sólida intención de permanecer más tiempo en nuestra cabeza.