Técnicamente la alopecia por tracción, que es como se llama a la pérdida del cabello que se produce porque tiramos demasiado de él, es una alopecia. Pero lo cierto es que si la alopecia androgénica o frontal fibrosante o areata se deben a causas que escapan a nuestro control, en la de tracción sí que tenemos gran parte de la culpa.
¿Por qué? Porque del mismo modo que sabemos que cuando usamos el secador todos los días no hacemos ningún bien a nuestro cabello, también sabemos que hay algunos peinados que provocan tirones que pueden arrancarnos el pelo. Si ya sabías esto, no viene mal recordarlo, pero si no, entonces viene muy bien que sigas leyendo.
Como hemos dicho, la alopecia por tracción es la caída del pelo provocada por peinados que dejan el pelo demasiado tirante. Piensa en coletas, trenzas y recogidos y acertarás, pero también en extensiones colocadas sin la suficiente experiencia. Estos peinados y accesorios generan una tensión en el cabello superior a la que el pelo puede soportar, que es mucha, y acaba por arrancarlo de la raíz.
El problema de los peinados que ponen en jaque a nuestro cabello es que muy poca gente piensa que una coleta muy tirante vaya a causar una pérdida de cabello. La alopecia por tracción es temporal, aunque hay casos en los que puede convertirse en un problema más serio. Esto sucede cuando el espacio que deja el folículo piloso arrancado se infecta o sale una costra que impide que vuelva a desarrollarse un folículo piloso que reinicie el proceso de desarrollo del pelo.
Lo normal es que el pelo vuelva a crecer, pero piensa en el dicho “Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe”. Cuanto más pelo arranques, más posibilidades hay de que se infecte y pierdas para siempre ese pelo. Que puede ser un solo pelo, claro, pero si acostumbras a llevar coleta todos los días, las probabilidades de que pase con más cabellos aumentan. Además, si se produce una arrancadura limpia –sí, se lee tan mal como suena, pero es la palabra correcta–, lleva su tiempo que el pelo vuelva a recuperar su longitud original.
Hablemos ahora de los sospechosos habituales. Hasta ahora nos hemos referido a la coleta como un riesgo, pero no tanto porque sea un peinado súper peligroso sino porque probablemente sea la forma de recogerse el pelo más habitual. Sigamos con ella. Todas las coletas se basan en tirar del pelo hacia una dirección y recoger el mechón con gomas u otros complementos. La base de la coleta es, por tanto, el tirón.
En realidad no hay mucha diferencia entre la coleta alta y la coleta baja si hablamos de peligro de arrancar el cabello: la clave es que el pelo no quede tirante.
Si la coleta no queda lo suficientemente definida y quieres tirar un poco más para coger esos pelos rebeldes, es mejor que organices esos pelos rebeldes con una horquilla o que te hagas la coleta con el pelo húmedo para que se fije un poco el peinado. De todo menos tirar.
Acabada la coleta, pasemos a otro sospechoso habitual, o sospechosa, la trenza –sí, nos estamos dejando para el final a la causa nº 1 de alopecia por tracción–. La trenza es todavía más peligrosa que la coleta porque el daño pasa desapercibido. En una coleta es más fácil notar que se está tirando demasiado del cabello, pero en la trenza la sensación se reparte y no lo parece. Pero sí pasa: el pelo sufre en silencio.
La causa habitual de las trenzas peligrosas es parecida a la de las coletas: queremos que no haya un solo pelo fuera del recogido, así que tiramos fuerte. La solución que planteamos es la misma: usa horquillas o selecciona mechones con menos pelo. Tienes que decidir: o trenzas definidas o trenzas con mucho pelo, pero juntar las dos opciones es demasiado arriesgado.
Y llegamos a la causa nº1 de alopecia por tracción: las rastas.
Son modernas, estilosas y quedan muy bien, pero son un peligro. Al igual que las trenzas, las rastas no suelen doler, y eso que soportan mucho peso en puntos muy concretos del cuero cabelludo. La clave del peligro de las rastas es que son peinados que se llevan durante mucho tiempo, y cuyas consecuencias no se descubren hasta que ya es tarde. Si has llevado rastas durante un tiempo, seguro que sabes de qué hablamos.
Al quitarte las rastas, las consecuencias aparecen en forma de calvas en aquellas zonas desde donde partían las rastas.
¿Significa esto que tienes que renunciar a un peinado tan fardón? No, pero sí que escojas bien dónde te lo haces y que no sea algo habitual.
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