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El lupus también provoca la caída del cabello

Bajo el nombre lupus se agrupa un buen número de enfermedades que tienen en común que son autoinmunes, es decir que atacan al organismo de quien las sufre. Uno de los síntomas del lupus es precisamente la alopecia, que puede ser cicatrizal (para siempre) o no. Sobre el lupus y la caída del cabello hablaremos hoy.

Acores y actrices de la serie House

By Source, Fair use, https://en.wikipedia.org/w/index.php?curid=22929942


Quien fuera seguidor de la serie House seguro que recuerda al lupus. El doctor tenía esta enfermedad siempre presente en sus diagnósticos y no pasaban más de cinco capítulos sin que apareciera de una u otra forma. ¿Por qué? Porque el lupus tiene mil y un síntomas: manchas en la piel, dolor en las articulaciones, músculos inflamados, cansancio, fiebres, alopecia, dolores internos en casi cualquier órgano.
La clave del lupus es que las defensas del organismo giran la mirilla 180º y disparan contra nosotros. Casi cualquier parte de nuestro cuerpo puede ser víctima del lupus.
Se saben las consecuencias, pero no las causas. Como ocurre con la alopecia areata, otra enfermedad autoinmune, no se sabe exactamente qué produce el lupus. Pueden ser factores genéticos, medioambientales, hormonales… La comunidad científica no se pone de acuerdo. Lo que sí se sabe es que afecta con más frecuencia a la mujer y que la edad de riesgo está entre los 20 y los 40 años.

Lo que provoca el lupus

El lupus puede manifestarse de muchas maneras, pero lo habitual es que las consecuencias sean moderadas. Es extraño que el lupus ataque algún órgano vital con tanta severidad que suponga un riesgo serio para la salud. Pese a esto, los objetivos habituales del lupus asustan: sistema cardiovascular, sistema nervioso, sistema respiratorio, músculos y articulaciones, piel y mucosas (la parte exterior de los órganos), entre otras partes del organismo.
El lupus provoca la caída del cabello. La alopecia es uno de los síntomas que con mayor frecuencia aparecen con el lupus. De hecho, es tan habitual que si el pelo comienza a caerse y no hay una razón clara para ello (alopecia por estrés, quimioterapia, enfermedad diagnosticada, etc.), el lupus siempre es sospechoso.
Como dijimos más arriba, la alopecia provocada por el lupus puede ser cicatrizal o puede no serlo. En los casos más leves de lupus, o en aquellos donde la enfermedad no se haya centrado en el cuero cabelludo, lo normal es que la alopecia no sea cicatrizal. La diferencia entre que sea cicatrizal o no es decisiva: si es cicatrizal, el folículo piloso queda destruido y el pelo no vuelve a crecer por mucho que los síntomas de la enfermedad queden controlados. Pero como decimos, lo habitual es que no sea cicatrizal.

Distintos grados de caída

Imagen de un cepillo del pelo con mucho cabello enredado
El lupus provoca la caída del cabello de diversas formas. El cabello puede caerse por mechones aislados, por mechones cercanos unos a otros o incluso puede caerse poco pero lo suficiente como para que se note la pérdida de volumen.
A veces, el pelo no llega a caerse, pero se queda tan débil que se desaconseja incluso recogerse el cabello con coletas. Cejas, pestañas y vello corporal también pueden verse afectados y perder su volumen o, directamente, desaparecer.
Pese a controlar los síntomas y reducir los ataques de la enfermedad, en ocasiones el cabello no recupera totalmente su vigor y su volumen y quedan algunas zonas más frágiles que dan al cabello un aspecto poco uniforme. Es lo que se conoce como el pelo lupus.
Así que si sufres esta enfermedad rara, no te preocupes antes de tiempo por la pérdida de tu cabello y consulta con tu dermatólogo de confianza para que estudie tu caso.

La permanente, un antes y un después en el estilismo capilar

Una chica sentada en una sofá con el pelo rizado se toma un café
¿Están las permanentes de moda? ¿No lo están? Ese no es el tema de hoy, aunque hablaremos de ello en otro post. Hoy nos centraremos en el origen de esta técnica de estilismo capilar: de dónde viene, quiénes fueron sus máximos impulsores y cómo evolucionó la técnica hasta lo que hoy podemos encontrar en las peluquerías. Empezamos:

Técnicas para convertir el cabello liso en rizado

Lo primero que hay que decir es que la permanente, entendida como la técnica para convertir el cabello liso en ondulado o rizado durante un tiempo, no es un invento moderno. Hay quien afirma que ya los egipcios recurrían a una técnica poco clara donde intervenía el barro. Pero lo cierto es que las pinturas que tenemos de aquella época, así como los escritos, nos dicen tres cosas: que lo normal era afeitarse la cabeza, que esa cabeza monda se cubría con peluca y que esa peluca solía ser una media melena con el pelo liso. Con estas pistas es complicado afirmar que la permanente fuera una técnica común en Egipto.
Donde sí tenemos pruebas de que la permanente fuera popular es durante el Renacimiento y, especialmente, en el Barroco. Entre los siglos XV y XVIII –metemos tanto el Renacimiento como el Barroco– se produjo una recuperación de lo griego: las artes, las ciencias, la filosofía, la estética. Y dentro de la estética, los rizos tuvieron una enorme importancia. En el Renacimiento hubo tímidos avances gracias a las pelucas rizadas, pero con el Barroco lo de los rizos fue un auténtico boom.

Cuadro que representa a unos aristócratas franceses vistiendo las pelucas rizadas del barroco

Obra: Ex-Voto, 1696. Autor: Nicolás de Largilliere

¿Significa esto que podemos ya hablar de una versión primeriza de la permanente? No tanto. Los barrocos eran fervientes amantes de los rizos, pero todavía no los querían en sus cabelleras, sino en sus pelucas. Las pelucas, que en aquella época eran auténticas esculturas capilares con decenas de adornos y hasta maquetas de barcos –como suena, el objetivo era distinguirse como fuera de los demás–, se rizaban. El método era sencillo: se enrollaba el cabello en palos de madera y se introducía la peluca en hornos de pan para que se fijara la forma.

La permanente moderna

Durante el siglo XIX la popularidad del rizo descendió. Hubo tanto cabello rizado durante el Barroco que los nobles se cansaron de él y las clases populares estaban a otras cosas. Pero como toda moda, el gusto por el cabello ondulado volvió y Marcel Grateau, una de las figuras más importantes de la historia de la peluquería, patentó unas tenazas para ondular el cabello. La técnica nos suena: calentar al rojo las tenazas de hierro y presionar con ellas los mechones de cabello. Rizar no rizaba mucho, pero esas ondulaciones fueron tan famosas y demandadas que desde finales del XIX y hasta principios del XX se conocieron como Ondas Marcel.
Unos años más tarde, en los primeros años del siglo XX, el alemán Karl Nessler, otra figura clave de la peluquería, inventó su propia máquina doméstica para rizar el cabello. El sistema era novedoso, pues se olvidaba completamente de las tenazas y se basaba en el sistema de la panadería y la peluca del Barroco: enrollar el cabello en cilindros metálicos al rojo. Resultó un éxito y el rizado por calor se popularizó en la Europa previa a la Primera Guerra Mundial.
Pero con el paso de los años, las máquinas de Nessler se encontraron con un problema inesperado: a partir de la primera quincena del siglo XX los cabellos cortos se popularizaron gracias a las flappers –las mujeres que querían divertirse tanto como los hombres de la época –, por lo que los largos cilindros del artefacto de Nessler se volvieron inútiles.

Imagen de Coco Chanel

Coco Chanel

La solución vino desde el otro lado del Atlántico a comienzos de los 30. Los químicos Ralph L. Evans y Everett G. McDonough probaron un revolucionario método: conseguir rizar el cabello sin aplicar un objeto caliente. ¿Cómo lo harían? Por medio de su especialidad: la química. La clave seguía siendo el calor pero este no se producía ya aplicándolo directamente con rodillos sino con una sustancia química. El cabello, empapado con esta sustancia, se enrollaba y, un día después, ya estaba rizado. Que ya no hubiera una fuente de calor directa no significaba que el riesgo de quemadura descendiera; al contrario, la sustancia química que usaron Evans y McDonough podía producir quemaduras en el cabello y en el cuero cabelludo.
En esa misma década, el estadounidense Arnold Willatt, que murió en 1988 a los 102 años, inventó la permanente en frío. Por primera vez, el rizado no se haría aplicando calor, ya fuera directo o con química, sino atacando a la estructura celular del cabello. Aplicando una sustancia, Willatt destruía la resistencia de la queratina, la proteína que forma el cabello, y la volvía manejable. En ese momento, rizaba el cabello y, después, utilizaba una sustancia que fijaba la forma. Más seguro, rápido y sencillo (aunque, como se descubriría más tarde, no tan saludable para el cabello y su queratina, que se desgastaba con cada uso)
¿A que esta fórmula recuerda a lo que hoy en día se hace en las peluquerías?

Capillus, la forma más cómoda de frenar la alopecia

Hombre sorprendido al verse las entradas, alopecia incipiente
Darse cuenta de que se atraviesa una de las primeras fases de la alopecia, como pueden ser unas entradas que avanzan poco a poco o una coronilla que se vuelve cada vez más transparente, tiene su parte buena y su contra-parte mala. La parte buena es que hay tiempo suficiente para frenar la caída del cabello. La parte mala es que, como pensamos que todavía queda tiempo, lo dejamos para más tarde. Así, dar un pequeño paso como puede ser aplicarnos Minoxidil o visitar nuestra clínica dermatológica de confianza para que nos hagan un tratamiento de prevención, parece más que un paso un salto, un esfuerzo exagerado. Si hay tiempo, podemos pensar, ya nos moveremos cuando esas entradas sean verdaderamente preocupantes. Y eso es un error. Pero somos humanos: muchas veces reaccionamos tarde porque, cuando tenemos tiempo, nos da pereza. Pues para solucionar ese problema, una pequeña ayuda antipereza: el tratamiento preventivo más cómodo del mundo.

Capillus, y olvídate de la pereza

Capillus es una estación láser de baja potencia con 272 electrodos que producen un efecto vasodilatador bajo nuestro cuero cabelludo. Al dilatarse los vasos sanguíneos, estos favorecen que fluya más sangre y, por tanto, más nutrientes que van a parar directamente a nuestro cabello. Este extra de nutrientes llega precisamente en el momento en que más lo necesitan: cuando la alopecia llama a nuestra puerta.
¿Es su efecto vasodilatador el mejor beneficio de Capillus? Sí, sin duda. Pero su segundo mejor beneficio es que esquiva toda la pereza tan humana que comentábamos en la introducción del post: si hay tiempo para actuar, no hay urgencia por hacerlo. Resultado: pereza. Con Capillus no hay margen para la pereza, salvo que te de pereza colocarte una gorra sobre la cabeza.

Tan sencillo como parece

¡Cómo! ¿Qué es eso de colocarse una gorra? Tan sencillo como parece: Capillus camufla su estación láser bajo una gorra. Si puedes hacer algo con una gorra puesta, lo que engloba centenares de actividades, puedes frenar los primeros embistes de la alopecia. También puedes llevar la estación láser sin gorra o con tu sombrero o gorra favoritos. Puedes usar Capillus con el complemento que quieras o incluso sin él.
Manejar Capillus es muy sencillo: basta con colocarse la gorra sobre la cabeza, enchufar el aparato a la corriente eléctrica y empezar a leer ese libro que tanto te gusta o a escuchar tus discos favoritos o a ver esa serie que acabas de descubrir. Capillus se encargará de todo mientras realizas tus actividades favoritas. Y estas actividades no tienen por qué ser sedentarias: puedes montar en bici o andar. Como decíamos antes: si puedes hacer una actividad con una gorra, entonces puedes combinar esa actividad con el tratamiento de Capillus.
Capillus cuenta con la autorización de la Food and Drug Administration (FDA), la institución estadounidense que aprueba, o desaprueba, todo lo que tiene que ver con alimentos y medicamentos. Capillus cuenta con su autorización: funciona eficazmente como vasodilatador y su uso es 100% seguro. Es habitual preguntarse por la seguridad de los electrodos láser y si se calientan: no se calientan o al menos no tanto como para que te moleste. El láser opera a una escala muy pequeña y precisa, de modo que no hay peligro de ningún tipo.
Así que si ya observas los primeros pasos de una alopecia inminente, que no tiene por qué ir a más, recuerda: lo mejor es que actúes en consecuencia y le plantes cara desde ya. Aprovecha la ventaja de haberlo visto antes de tiempo y úsala a tu favor. No caigas en la pereza y empieces a actuar cuando ya sea tarde. Planta cara a la alopecia con el tratamiento preventivo más cómodo del mundo.