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Cómo rizar tu pelo sin dañarlo

El pelo rizado es tan codiciado para los/las que tienen el pelo liso como al contrario, quien tiene rizos desea un cabello como una tabla o al menos, se lo cambiaría por lo menos alguna vez al año.

El cabello lacio suele ser muy difícil de moldear y en ocasiones unas ondas ya son más que suficientes para verse diferente. El problema son los métodos de moldeado que no son muy sanos para el pelo y pueden deteriorarlo y volverlo más seco y apagado.

¿Por qué los rizadores de pelo dañan tu cabello?

La respuesta es corta y directa: los productos químicos y el calor que se aplica posteriormente dañan la estructura del cabello volviéndolo endeble y seco. La explicación más larga y técnica es que los moldeadores o la permanente penetran en la composición del cabello y rompen su estructura para después volverla a unir forzándola a crear una apariencia que no es su forma natural.
Aun así no es imposible, puedes rizar tu cabellera ocasionalmente y sin miedo a quedarte sin pelo. Todo consiste en hacerlo con un poco de sentido común y con los siguientes trucos que te daremos a continuación.

Cómo rizar tu pelo de manera menos agresiva

Los métodos tradicionales, si los realizamos con delicadeza y mimo, pueden ser muy eficaces y menos dañinos que aplicar técnicas permanentes.

El inconveniente es que duran menos y tendrás que hacerlo con más frecuencia pero te aseguras mantener la vitalidad de tu pelo. Eso sí, como todo, es relativo y hay que valorar los pros y contras. Si tienes que hacerte cada día una trenza, moñitos, o aplicarte rulos, es muy probable que te desesperes por el tiempo invertido y tu cabello acabará por romperse al someterlo repetidamente a tirones y enredos. Así que ya sabes, ¡con moderación!

Rulos tradicionales

Este invento fue patentado por el peluquero alemán Karl Nessler nada más ni menos que en 1905. Fue toda una revolución entre las damas acaudaladas de la época que acudían de toda Europa para experimentar con su cabello. El invento, en sus inicios, era muy rudimentario, consistía en un rodillo de metal tratado con sustancias químicas al que se le aplicaba calor excesivo durante diez minutos. No eran pocas las valientes que chamuscaban su pelo en el intento.

Afortunadamente, la técnica ha evolucionado y es mucho más seguro acudir a la peluquería para hacerte un moldeado (al menos sin riesgo de regresar con el pelo incinerado). Lo que sí es cierto es que aplicar calor directo frecuente, tal y como explicábamos en este post, no es muy recomendable y menos si no se toman ciertas precauciones como mantener una cierta distancia o utilizar boquillas o difusores.

Otras alternativas

Sin embargo, existen otros métodos de rizado con rulos de goma o tubos mediante los cuáles no es necesario aplicar calor y se puede hacer sencillamente en casa. El cabello se enrolla alrededor de estos tubos o cilindros y se sujeta con pinzas (también existe una versión de rulos con velcro que no requiere de complementos para asegurar el cabello sino que se sujetan solos). Si se retuercen los mechones de pelo antes de enrollarlos sobre el rulo se consigue un poco más de onda.

Es mejor dejarlos secar al aire y cuando el pelo esté seco soltarlos con cuidado sin tirones. Cuanto más tiempo los dejemos mejor.

Otra opción para rizar el pelo de manera natural, esta vez sin ningún tipo de artefacto, es hacernos pequeños moñitos con el cabello húmedo hasta cubrir toda la cabeza. Al igual que al prepararnos los rulos, primero enrollaremos el pelo en pequeños tirabuzones para luego enrollarlos sobre sí mismos y agarrarlos con horquillas sobre nuestra nuca. Los dejamos secar y los soltamos con cuidado, el efecto es sorprendente, pero debemos tener mucha paciencia y no quitarlos antes de tiempo.

Para ambas opciones suéltalas peinando con los dedos. ¡Nunca con un cepillo!

¿Y tú, has probado alguna vez a rizarte el cabello de forma natural? Comparte con nosotros tus trucos.

Trucos para mantener un pelo corto sano y estiloso

El pelo corto tiene multitud de posibilidades, un corte pixie, a lo garçon, ondulado, con o sin flequillo… Si te has decidido a decir adiós a tu melena y atreverte con cualquiera de los estilos de cabello corto que existen, sigue leyendo.
Es cierto, cuidar del pelo corto es más sencillo que cuidar de una larga melena pero tampoco podemos descuidarlo.
Si sigues nuestros consejos lograrás mantener un pelo corto sano, brillante y cuidado.
Imagen de una chica de perfil con el pelo corto morena

¿Qué recomendamos para un pelo corto?

Utiliza un peine natural y de calidad

Este consejo sirve para todo tipo de melena, incluso para las más largas. Al usar un peine de madera evitas la electricidad estática y conseguirás que tu pelo se rompa menos. ¡Además contribuirás a que el planeta sea más sostenible

¡O péinate con tus propias manos!

Tus dedos pueden convertirse en aliados perfectos a la hora de peinarse, solo debes darle a tu peinado la forma que desees. Un mechón por aquí, otro por allá… ¡y conseguirás un look más natural!
Además, también puedes aplicarte algún producto en las manos como la gomina, el aceite o la cera para ayudarte a moldear tu peinado con más facilidad.
También puedes echarle un vistazo a nuestro hidratante capilar, te ayudará a moldear tu cabello con éxito.

Atención al calor

Un abuso de los utensilios como el secador o las planchas de pelo es negativo para cualquier tipo de cabello porque el pelo se vuelve más frágil y puedes quemar tus puntas rápidamente.
Al tener el pelo corto, hay que tener en cuenta que el volumen de pelo es menor y por lo tanto es necesario utilizar productos de calor de una potencia más baja y aplicarse un tratamiento protector de altas temperaturas antes.

Retoca tu corte

No somos conscientes de cuánto crece el cabello hasta que nos lo volvemos a cortar.
Si quieres mantener un corte de pelo estiloso, deberás acudir a tu peluquería favorita a retocar las formas de tu cabello con cierta frecuencia, si no tu corte puede irse al traste.
Chica con el pelo castaño y corte de pelo corto

Aclárate el pelo con agua fría

Intenta lavarte el pelo con agua fría. Aunque tan solo lo hagas con el último aclarado, notarás que tu pelo se verá más brillante y sano, esto ocurre porque la cutícula del pelo se cierra y el cabello sufre mucho menos que con el calor.
Además si tienes el pelo ondulado, ¡notarás que el pelo no se te encrespa como antes!
Si quieres leer un poco más en profundidad sobre este truco, te aconsejamos entrar en este link.

Protege tu cabello

Con el pelo corto la incidencia de la luz solar en el cuero cabelludo y el cabello es mayor. Así que no olvides utilizar productos que protejan tu cabello y tu cabeza de la exposición solar.
Chica con el pelo corto rizado, color moreno
Como puedes ver, un look de pelo corto tan solo requiere una serie de cuidados para conseguir mantenerlo sano y fuerte.
¿Conocías estos trucos? ¡Anímate a compartir tu rutina de cabello con nosotros!

Permanentes y moldeados: ¿son siempre una buena idea?

Como cualquier estilo de peinado la respuesta es que depende. Vamos a tratar el tema de permanentes y moldeados, ¿en qué se diferencian? ¿Por qué las permanentes no son para todos los cabellos? Si quieres analizar si puedes ahorrarte un disgusto al salir de la peluquería y que tus expectativas no cumplan con la realidad, sigue leyendo.

Permanentes y moldeados

Una permanente y un moldeado se diferencian en el resultado final, pero los productos que se emplean en el proceso son casi los mismos.
Chica con rizo de permanente, es más agresiva que el moldeado
Una permanente busca unos rizos más cerrados y artificiales, en la línea de los peinados de las películas de los 80 con Olivia Newton John, Glenn Close o de Cher. Si el rizo es cerrado y “algo exagerado”, entonces es permanente.
Los moldeados son para rizos más abiertos, peinados de apariencia más natural. Las ondas y las melenas que terminan con pequeñas ondulaciones también son el resultado de moldeados, como el estilo que ha tenido Shakira en algunas épocas.
Chica con el pelo ondulado, tratamientos de moldeado y permanente son agresivos para el pelo
La diferencia entre permanente y moldeado es que se usan productos más o menos agresivos en función del resultado que se quiere, algo parecido a lo que pasa con los tintes. Para pasar de un cabello oscuro a uno claro hay que usar productos súper agresivos que penetren en la estructura del cabello y le obliguen a sustituir su color natural por el rubio platino, por ejemplo.
Con las permanentes y los moldeados pasa lo mismo. Las permanentes necesitan productos mucho más agresivos que los moldeados porque fuerzan al cabello a adoptar unas formas que nada tienen que ver con su aspecto original. Los moldeados usan productos parecidos, pero menos agresivos.

¿Los productos usados dañan el cabello?

Sí, sin duda. Lo dañan menos que antes, los productos han ido mejorando, ya no son esos que dejaban olor durante semanas y tenían reacciones químicas sorprendentes al entrar en contacto con los rulos. Hoy es menos dañino hacerse una permanente que hace 50 años. Pero esto no quiere decir que sea positivo para el pelo por muchos productos reconstituyentes e hidratantes que se añadan a las lociones permanentes.
¿Son los productos actuales mejores gracias a estos añadidos? Aportan una pequeña ayuda protectora pero no son milagrososLo importante es que tanto la permanente como el moldeado necesitan romper la estructura interna del cabello para que pierda su forma y lo fuerce a adoptar un nuevo estilo, esa rotura es la que pasa factura. El pelo se vuelve más endeble y se seca. ¿Se puede recuperar? Sí, con el tiempo, según va creciendo. Si tu peluquero te dice que la permanente o el moldeado no daña tu cabello, o lo lees en alguna revista o en algún blog de moda, no tengas dudas: el cabello sufre.

 La permanente no te quedará bien si…

Tienes el pelo muy liso. Si tu pelo es muy lacio y ligero es probable que puedas llevarte una decepción con el resultado. Cuando antes hablábamos de las diferencias entre expectativas y realidad, hablábamos de ti. Porque puedes ir a la peluquería con la idea de un peinado a lo Michelle Pfeiffer en Casada con todos y terminar con unas pocas ondas que durarán horas. Para que el cabello aguante el peso de los rizos tiene que ser fuerte y grueso.

Fuente Filmaffinity

Tampoco es para ti si no tienes el pelo lo suficientemente largo. El pelo rizado, como el ondulado, mide mucho más de lo que parece, pues forma bucles y gira sobre sí mismo. Si quieres hacerte una permanente tu pelo deberá tener una longitud mínima que dependerá de lo cerrados que quieras tus rizos. Cuanto más cerrados sean, más largo tendrá que ser tu cabello.
Así que si quieres hacerte una permanente o un moldeado, ten en cuenta que tu cabello tiene que ser robusto y largo. Recuerda también que cada permanente cuenta.

El cabello en el Barroco

Si en el Renacimiento (siglos XV-XVII) pudimos comprobar que había cierta preocupación por la vestimenta y los peinados, algo que no ocurrió durante la Edad Media, en el Barroco esta preocupación se vuelve una obsesión para las clases altas, que invierten tiempo y dinero en conseguir los peinados más extravagantes. En el post de hoy recorreremos lo que significó el Barroco para la evolución del cabello.
Pongámonos en situación. El Renacimiento fue un periodo de luz y aperturismo: los avances tecnológicos, especialmente en el campo de la navegación, ampliaron el mundo y muchos personajes intrépidos descubrieron nuevas tierras y riquezas. Estos avances y esas perspectivas de riquezas allende los mares atrajeron a muchísimas personas que vivían en las zonas rurales a las grandes ciudades. Fruto de este crecimiento, los comerciantes empezaron a ganar dinero de verdad, lo que empezó a despertar los recelos de los nobles. Florecieron las artes y las invasiones bárbaras que habían protagonizado sangrientas batallas y un clima de terror durante la Edad Media desaparecieron. El Renacimiento fue un periodo de prosperidad.
Y así llegamos al Barroco, que se extendió entre los siglos XVII y XVIII, un periodo histórico que, como el Renacimiento, se considera una bisagra entre la Edad Media y la Edad Moderna. Pese a los avances del Renacimiento, este periodo generó unas expectativas que no se cumplieron: el nuevo mundo se convirtió en un deseo al que muy pocos llegaban (si es que sobrevivían a las expediciones en barco), el progreso general no llegó a las clases bajas y los monarcas, lejos de abrir la mano, la cerraron. En parte porque siempre lo habían hecho, en parte porque los viajes transoceánicos habían reducido sus fortunas y en parte porque no querían ceder nada de poder a esos burgueses que tan ricos se estaban volviendo. ¿Significó esto que los monarcas empezaron a mostrarse más modestos en sus comilonas y en sus gastos? No. De hecho, sucedió todo lo contrario.
Chica con un estilo exagerado de pelo barroco

La cabeza marca la diferencia

Con una clase burguesa en ascenso, los monarcas y la nobleza vieron que su poder e influencia no era suficientes para diferenciarse de los burgueses, que eran cada vez más ricos y que incluso tenían acceso a pintores y escultores cuyas obras rivalizaban en belleza y espectacularidad a las de los propios monarcas. ¿Y qué hicieron? Mirarse por encima del hombro y ponerse a competir entre ellos por ver quién resultaba el personaje más llamativo.
Con este objetivo, florecieron los peinados más extravagantes hasta la fecha. Tal fue el exceso de rizos, tirabuzones, formas geométricas, lazos, diademas, flores y complementos de toda clase, que rápidamente el cabello fue insuficiente para aguantar tantas cosas sobre la cabeza. Así que las pelucas se convirtieron en el complemento básico. Y no hablamos de pelucas discretas, nada más lejos, sino de auténticas estructuras que debían aguantar maquetas de barcos, reproducciones de animales y cualesquiera motivos que la dueña de la peluca, pues las más excesivas eran las mujeres de la nobleza, tuvieran a bien llevar sobre los hombros. En ocasiones, las pelucas conseguían tal altura que las nobles tenían que doblarse para acceder a los carruajes y sujetarse con fuerza sus estructuras capilares para que un soplo de aire no revelara su auténtica cabellera.
Estas pelucas ultrarresistentes eran el objetivo de las nobles, pero no todas podían permitírselas, así que debían recurrir o a pelucas menos ostentosas o a su propio cabello. Como fuera, los peinados más habituales crecían hacia arriba y eran imponentes y majestuosos: el cabello se apelmazaba sobre la frente y se dejaba caer sobre las orejas en forma de trenzas o de mechones rizados. Si el rizo era natural, perfecto, si no, lo mejor era recurrir a la técnica habitual en la época: forzar el rizo en la peluca enrollando el cabello en palos de madera y metiendo la peluca en hornos de pan para fijar la forma rizada. Como suena.
Pelo rizo exagerado barroco, abanico
Los monarcas y los nobles competían en una liga menos extravagante que la de sus mujeres, pero tampoco había ni rastro de naturalidad. Las pelucas, pues también ellos las usaban, amontonaban volúmenes importantes de cabello rizado y ondulado en dos grupas sobre la cabeza que quedaban separadas.
Si el Renacimiento hizo que nobles y burgueses se empezaran a preocupar por su cabello, el Barroco convirtió esta preocupación en una prioridad. ¿Pasó lo mismo con las clases medias y bajas? En realidad, no, se quedaron en los mismos estilos que durante el Renacimiento. Y tiene lógica: sólo los monarcas podían gastar tiempo y dinero en la confección de sus pelucas. Por mucho que las clases bajas hubieran querido imitar los peinados reales e imperiales, como de hecho habían hecho en los siglos pasados, las pelucas y los adornos estaban completamente fuera de su alcance.
La Revolución Francesa acabó con este periodo. Semejante carrusel de excesos por parte de las monarquías, cuyas pelucas monstruosas no fueron sino un símbolo de todo este periodo de opulencia para unos –la nobleza– y de escasez para otros –el pueblo–, no podía tener un final que no fuera desgarrador y violento. Como fue la Revolución Francesa, el primer capítulo de lo que luego conoceríamos como la Edad Moderna.

La permanente, un antes y un después en el estilismo capilar

Una chica sentada en una sofá con el pelo rizado se toma un café
¿Están las permanentes de moda? ¿No lo están? Ese no es el tema de hoy, aunque hablaremos de ello en otro post. Hoy nos centraremos en el origen de esta técnica de estilismo capilar: de dónde viene, quiénes fueron sus máximos impulsores y cómo evolucionó la técnica hasta lo que hoy podemos encontrar en las peluquerías. Empezamos:

Técnicas para convertir el cabello liso en rizado

Lo primero que hay que decir es que la permanente, entendida como la técnica para convertir el cabello liso en ondulado o rizado durante un tiempo, no es un invento moderno. Hay quien afirma que ya los egipcios recurrían a una técnica poco clara donde intervenía el barro. Pero lo cierto es que las pinturas que tenemos de aquella época, así como los escritos, nos dicen tres cosas: que lo normal era afeitarse la cabeza, que esa cabeza monda se cubría con peluca y que esa peluca solía ser una media melena con el pelo liso. Con estas pistas es complicado afirmar que la permanente fuera una técnica común en Egipto.
Donde sí tenemos pruebas de que la permanente fuera popular es durante el Renacimiento y, especialmente, en el Barroco. Entre los siglos XV y XVIII –metemos tanto el Renacimiento como el Barroco– se produjo una recuperación de lo griego: las artes, las ciencias, la filosofía, la estética. Y dentro de la estética, los rizos tuvieron una enorme importancia. En el Renacimiento hubo tímidos avances gracias a las pelucas rizadas, pero con el Barroco lo de los rizos fue un auténtico boom.

Cuadro que representa a unos aristócratas franceses vistiendo las pelucas rizadas del barroco

Obra: Ex-Voto, 1696. Autor: Nicolás de Largilliere

¿Significa esto que podemos ya hablar de una versión primeriza de la permanente? No tanto. Los barrocos eran fervientes amantes de los rizos, pero todavía no los querían en sus cabelleras, sino en sus pelucas. Las pelucas, que en aquella época eran auténticas esculturas capilares con decenas de adornos y hasta maquetas de barcos –como suena, el objetivo era distinguirse como fuera de los demás–, se rizaban. El método era sencillo: se enrollaba el cabello en palos de madera y se introducía la peluca en hornos de pan para que se fijara la forma.

La permanente moderna

Durante el siglo XIX la popularidad del rizo descendió. Hubo tanto cabello rizado durante el Barroco que los nobles se cansaron de él y las clases populares estaban a otras cosas. Pero como toda moda, el gusto por el cabello ondulado volvió y Marcel Grateau, una de las figuras más importantes de la historia de la peluquería, patentó unas tenazas para ondular el cabello. La técnica nos suena: calentar al rojo las tenazas de hierro y presionar con ellas los mechones de cabello. Rizar no rizaba mucho, pero esas ondulaciones fueron tan famosas y demandadas que desde finales del XIX y hasta principios del XX se conocieron como Ondas Marcel.
Unos años más tarde, en los primeros años del siglo XX, el alemán Karl Nessler, otra figura clave de la peluquería, inventó su propia máquina doméstica para rizar el cabello. El sistema era novedoso, pues se olvidaba completamente de las tenazas y se basaba en el sistema de la panadería y la peluca del Barroco: enrollar el cabello en cilindros metálicos al rojo. Resultó un éxito y el rizado por calor se popularizó en la Europa previa a la Primera Guerra Mundial.
Pero con el paso de los años, las máquinas de Nessler se encontraron con un problema inesperado: a partir de la primera quincena del siglo XX los cabellos cortos se popularizaron gracias a las flappers –las mujeres que querían divertirse tanto como los hombres de la época –, por lo que los largos cilindros del artefacto de Nessler se volvieron inútiles.

Imagen de Coco Chanel

Coco Chanel

La solución vino desde el otro lado del Atlántico a comienzos de los 30. Los químicos Ralph L. Evans y Everett G. McDonough probaron un revolucionario método: conseguir rizar el cabello sin aplicar un objeto caliente. ¿Cómo lo harían? Por medio de su especialidad: la química. La clave seguía siendo el calor pero este no se producía ya aplicándolo directamente con rodillos sino con una sustancia química. El cabello, empapado con esta sustancia, se enrollaba y, un día después, ya estaba rizado. Que ya no hubiera una fuente de calor directa no significaba que el riesgo de quemadura descendiera; al contrario, la sustancia química que usaron Evans y McDonough podía producir quemaduras en el cabello y en el cuero cabelludo.
En esa misma década, el estadounidense Arnold Willatt, que murió en 1988 a los 102 años, inventó la permanente en frío. Por primera vez, el rizado no se haría aplicando calor, ya fuera directo o con química, sino atacando a la estructura celular del cabello. Aplicando una sustancia, Willatt destruía la resistencia de la queratina, la proteína que forma el cabello, y la volvía manejable. En ese momento, rizaba el cabello y, después, utilizaba una sustancia que fijaba la forma. Más seguro, rápido y sencillo (aunque, como se descubriría más tarde, no tan saludable para el cabello y su queratina, que se desgastaba con cada uso)
¿A que esta fórmula recuerda a lo que hoy en día se hace en las peluquerías?

Peinados que podrían hacerte perder el cabello

Técnicamente la alopecia por tracción, que es como se llama a la pérdida del cabello que se produce porque tiramos demasiado de él, es una alopecia. Pero lo cierto es que si la alopecia androgénica o frontal fibrosante o areata se deben a causas que escapan a nuestro control, en la de tracción sí que tenemos gran parte de la culpa.

¿Por qué? Porque del mismo modo que sabemos que cuando usamos el secador todos los días no hacemos ningún bien a nuestro cabello, también sabemos que hay algunos peinados que provocan tirones que pueden arrancarnos el pelo. Si ya sabías esto, no viene mal recordarlo, pero si no, entonces viene muy bien que sigas leyendo.

Como hemos dicho, la alopecia por tracción es la caída del pelo provocada por peinados que dejan el pelo demasiado tirante. Piensa en coletas, trenzas y recogidos y acertarás, pero también en extensiones colocadas sin la suficiente experiencia. Estos peinados y accesorios generan una tensión en el cabello superior a la que el pelo puede soportar, que es mucha, y acaba por arrancarlo de la raíz.

Un problema que pasa desapercibido

El problema de los peinados que ponen en jaque a nuestro cabello es que muy poca gente piensa que una coleta muy tirante vaya a causar una pérdida de cabello. La alopecia por tracción es temporal, aunque hay casos en los que puede convertirse en un problema más serio. Esto sucede cuando el espacio que deja el folículo piloso arrancado se infecta o sale una costra que impide que vuelva a desarrollarse un folículo piloso que reinicie el proceso de desarrollo del pelo.
Lo normal es que el pelo vuelva a crecer, pero piensa en el dicho “Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe”. Cuanto más pelo arranques, más posibilidades hay de que se infecte y pierdas para siempre ese pelo. Que puede ser un solo pelo, claro, pero si acostumbras a llevar coleta todos los días, las probabilidades de que pase con más cabellos aumentan. Además, si se produce una arrancadura limpia –sí, se lee tan mal como suena, pero es la palabra correcta–, lleva su tiempo que el pelo vuelva a recuperar su longitud original.

Qué peinados pueden hacerte perder pelo

Hablemos ahora de los sospechosos habituales. Hasta ahora nos hemos referido a la coleta como un riesgo, pero no tanto porque sea un peinado súper peligroso sino porque probablemente sea la forma de recogerse el pelo más habitual. Sigamos con ella. Todas las coletas se basan en tirar del pelo hacia una dirección y recoger el mechón con gomas u otros complementos. La base de la coleta es, por tanto, el tirón.

En realidad no hay mucha diferencia entre la coleta alta y la coleta baja si hablamos de peligro de arrancar el cabello: la clave es que el pelo no quede tirante.
Si la coleta no queda lo suficientemente definida y quieres tirar un poco más para coger esos pelos rebeldes, es mejor que organices esos pelos rebeldes con una horquilla o que te hagas la coleta con el pelo húmedo para que se fije un poco el peinado. De todo menos tirar.

Acabada la coleta, pasemos a otro sospechoso habitual, o sospechosa, la trenza –sí, nos estamos dejando para el final a la causa nº 1 de alopecia por tracción–. La trenza es todavía más peligrosa que la coleta porque el daño pasa desapercibido. En una coleta es más fácil notar que se está tirando demasiado del cabello, pero en la trenza la sensación se reparte y no lo parece. Pero sí pasa: el pelo sufre en silencio.
La causa habitual de las trenzas peligrosas es parecida a la de las coletas: queremos que no haya un solo pelo fuera del recogido, así que tiramos fuerte. La solución que planteamos es la misma: usa horquillas o selecciona mechones con menos pelo. Tienes que decidir: o trenzas definidas o trenzas con mucho pelo, pero juntar las dos opciones es demasiado arriesgado.

Y llegamos a la causa nº1 de alopecia por tracción: las rastas.

Son modernas, estilosas y quedan muy bien, pero son un peligro. Al igual que las trenzas, las rastas no suelen doler, y eso que soportan mucho peso en puntos muy concretos del cuero cabelludo. La clave del peligro de las rastas es que son peinados que se llevan durante mucho tiempo, y cuyas consecuencias no se descubren hasta que ya es tarde. Si has llevado rastas durante un tiempo, seguro que sabes de qué hablamos.

Al quitarte las rastas, las consecuencias aparecen en forma de calvas en aquellas zonas desde donde partían las rastas.

¿Significa esto que tienes que renunciar a un peinado tan fardón? No, pero sí que escojas bien dónde te lo haces y que no sea algo habitual.

¿De dónde viene el pelo afro?

Nuestro recorrido por los orígenes de los estilos más reconocibles de nuestros días se centra hoy en el estilo afro. Una estética que emergió como seña de identidad y acabó siendo absorbida por la moda y apartada de cualquier reivindicación.

Origen del pelo afro

Cuando se investiga sobre el origen del pelo afro, lo habitual es llegar a finales de los 50 y comienzos de los 60 en EE UU y mirar hacia adelante. ¡Como si el pelo afro hubiera surgido allí y el resto del mundo hubiera tenido que esperar! Pero lo cierto es que el pelo afro existe, y desde hace miles de años, en el continente africano. La inmensa mayoría de sus habitantes tienen el cabello grueso, muy negro y rizado, las características básicas del pelo afro. Es una cuestión genética donde el sol tiene mucho que decir.
Mujer con pelo a lo afro
El color del cabello es una medida de protección de nuestro cuerpo para repeler cierta radiación del sol: cuanto más sol hay, más color tiene que haber en nuestro cabello. Lo mismo sucede con la piel. ¿Por qué los nórdicos suelen ser rubios o de cabellos claros y tienen la piel pálida?
Porque a lo largo del año pasan temporadas sin apenas ver el sol. Esto no quiere decir que vivan de noche, sino que, aun siendo de día, las nubes reducen la luz solar. ¿Ocurre lo mismo en muchos países africanos? No, justo lo contrario: pasan largas temporadas bajo un sol abrasador y sin nubes que den respiro. De ahí que las genéticas de nórdicos y africanos sean tan diferentes en cuanto al color de la piel y del cabello.

Estados Unidos

Así que no, el cabello afro no surgió durante la década hippy en EE UU, sino que ya era muy común para millones de personas. Entonces, ¿por qué se sigue insistiendo en señalar a EE UU como el país donde nació el afro? La respuesta no tiene tanto que ver con el peinado en sí como con los valores que este representaba.
Al igual que vimos con el pelo punk, el pelo afro nació como seña de identidad de un conjunto de personas que veían limitados sus derechos. Esto ocurrió en EE UU durante los 60. Pongámonos en situación: algunas zonas de EE UU tenían colegios donde no podían estudiar alumnos negros y autobuses que tenían una zona reservada para ellos (los asientos eran para los blancos), incluso había fuentes de agua potable sólo para blancos. ¡Y pobre del que se atreviera a saltarse estas prohibiciones! Que grupos de blancos enfurecidos persiguieran y hasta pegaran a los negros no se veía con tan malos ojos como lo veríamos hoy en día.
Este era el ambiente. Cualquier cosa se consideraba una provocación para los racistas, así que los negros trataban de esconder sus rasgos. Pero, aunque quisieran, los negros no podían cubrirse por completo o disimular el color de su piel; lo que sí podían hacer era esconder su cabello tan reconocible. Durante la primera mitad del siglo XX, sería muy raro ver a un negro con el cabello largo. Demasiado riesgo. Raparse el cabello o elegir un corte masculino muy corto serían las dos únicas opciones disponibles. Salirse de ellas podía significar una paliza o algo peor.
En cuanto a las mujeres, lo normal era alisárselo si la vida diaria pasaba entre blancos o llevarlo corto y cubrirlo. Sólo cuando la situación era segura, porque fuera un pueblo mayormente de negros o un barrio especialmente poblado de una gran ciudad, las mujeres lo lucían a su gusto, rizado y largo. Hay fotografías de bailarinas de clubes con melenas recogidas, pero son excepciones.

Llegan los cambios

A comienzos de los 60, EE UU vivió un periodo de cierto relajo. Tras la Segunda Guerra Mundial, los siguientes cinco años fueron de jolgorio: se había vencido en la guerra más sangrienta hasta la fecha, la economía se había fortalecido y muchos americanos (blancos) tenían mucho dinero. Era como en los mejores años 20. Sin embargo, la fiesta se acabó cuando el gobierno estadounidense empezó a mirar con otros ojos a quien fuera su aliado en la derrota de Hitler. La Rusia comunista de Stalin amenazaba con robarle todo el protagonismo a EE UU, así que el gobierno decidió hacer algo.
Y dio paso a la caza de brujas del Macartismo, una especie de Inquisición a la americana donde cualquier sospechoso de ser comunista o simpatizante era procesado. Que lo fuera en realidad era lo de menos. Este escenario de tensión se vivió durante toda la década de los 50 y se fue desinflando según pasaban los años. La elección de John F. Kennedy marcó el inicio de un periodo de aperturismo, si bien duró poco. Pero la semilla de la lucha por los derechos ya estaba ahí.
Durante los primeros 60, muchos negros salieron a la calle a manifestarse por sus derechos y, entonces sí, lucieron orgullosos sus peinados a lo afro. Esos peinados eran todo un símbolo, una forma más de reivindicar la negritud y los derechos.
Con el paso de los años, artistas negros empezaron a aparecer noche sí y noche también en los programas más vistos, y esos peinados se pusieron de moda. Y con ello, como ya sabemos, perdieron su valor simbólico y reivindicativo.

El pelo en la Edad Media

Seguimos con nuestro periplo histórico a través del cabello. En el post de hoy abordaremos la Edad Media, un periodo extensísimo (más de 1.000 años) donde el cabello tuvo una importancia irregular. Empezamos.
Edad Media
Pero antes, establezcamos dos periodos más o menos diferenciados para intentar hacer el viaje algo más sencillo. Primero, la Alta Edad Media, periodo comprendido entre los siglos V y X. Oficialmente, la Edad Media comenzó en el 476 con la caída del Imperio romano de Occidente a manos de las hordas bárbaras. Que una de las culturas más avanzadas del momento fuera erradicada por una de las más atrasadas fue un hecho que resultó decisivo en el devenir de la Historia, también para el cabello.
Tras la caída del Imperio romano de Occidente, Europa se convirtió en un escenario de guerra, con continuas invasiones de pueblos acostumbrados a la batalla y la expansión sangrienta como los vikingos, los húngaros o los eslavos. El resultado fue un clima de terror e indefensión que impidió el desarrollo de las artes y de la economía, pues todos los recursos iban destinados a defenderse. Se estableció así el feudalismo, en el que los señores de las tierras protegían a sus pobladores a cambio de tributos.
Esta amenaza continua se mantuvo hasta aproximadamente el año 1000, momento en que los invasores dejaron de atosigar y permitieron que los pueblos pacíficos se desarrollaran. Floreció entonces la economía, gracias al crecimiento de las ciudades y del comercio, y con ello se inició un nuevo periodo: la Baja Edad Media, que durará hasta el descubrimiento de América en 1492.
Así que tenemos la Alta Edad Media (siglos V-X), que es oscura y sangrienta, y la Baja Edad Media (siglos XI-XV), que es esperanzadora y más avanzada.

El cabello en la Alta Edad Media

Como sucede en muchísimos momentos de la Historia, los conquistadores intentan borrar cualquier rasgo que recuerde a los conquistados. Con el cabello pasó lo mismo: los bárbaros intentaron que sus peinados nunca se pareciesen a los que llevaban los romanos. Si el peinado en Roma era ordenado y en ocasiones hasta elaborado, los bárbaros buscaron justo lo contrario: media melena y poco más. Y barba para los señores que se las daban de dignos, pero sin arreglar demasiado.
Pelo en la edad media
En cuanto a las mujeres, la Edad Media supuso un periodo de ocultación de los atributos femeninos, incluso de los más inocentes, así que los complementos que tapaban la cabeza se volvieron masivos. El objetivo era ocultar cuanto más cabello, mejor. Las mujeres casadas llevaban cofias y gorros de desiguales calidades, siempre preocupadas por no herir la sensibilidad de los miembros del clero. En el campo, las mujeres tampoco mostraban sus cabellos, aunque no era tanto por el pudor de las mujeres nobles, sino por comodidad: el cabello largo molesta cuando se trabaja en la labranza. El cambio con respecto al periodo romano fue radical: si antes había peinados elaboradísimos, con sus cuentas y sus bucles, ahora la sencillez de la media melena sería lo habitual.

El cabello en la Baja Edad Media

Con el desarrollo del comercio apareció una nueva clase social a medio camino entre el pueblo llano y la nobleza: los burgueses, los propietarios de los comercios. El aumento de la seguridad en los caminos favoreció el comercio entre ciudades, así que los vendedores empezaron a amasar riqueza y a competir entre ellos por ver quiénes se convertían en los más ricos. Cuando los más ricos se distinguieron de los medianamente ricos, surgieron nuevas formas de competición. «Ya soy el más rico, seré ahora el más elegante, el mejor vestido». Y dicho y hecho: si el aspecto había sido antes secundario, se convirtió en una preocupación para quienes tenían acceso a los mejores modistos y peluqueros.
Esto tampoco es que supusiera una revolución, pero al menos sí que se empezó a prestar algo más de atención al cabello. Las mujeres con poder, bien porque fueran nobles o porque sus maridos fueran prósperos comerciantes, descubrieron los recogidos. Así, aparecieron las trenzas, normalmente dos, que juntaban el cabello y lo llevaban tras las orejas. A veces se llevaban recogidos que hoy provocarían extrañeza, como el que formaba una especie de cuernos a los lados de la cabeza. Enseñar el cabello era todavía algo discutible, aunque se produjo cierto relajo: las cofias seguían a la orden del día, pero algunas mujeres se atrevían a prescindir de ellas a cambio de mostrar unos recogidos muy sobrios.
En cuanto a los hombres, la apertura fue mucho menor y la media melena siguió siendo lo habitual. Quizá alguna melena larga y un flequillo corto para los más valientes, pero nada transgresor. Esta falta de valentía capilar fue lo que motivó cambios más radicales en los siguientes siglos, pero de esto hablaremos en próximos posts.

¿De dónde vienen los peinados punk?

Si hace unas semanas hablábamos de los peinados a lo bob, hoy es el turno de los peinados punk. Un estilo estético que tiene mucho más significado de lo que parece, aunque, como en el caso del peinado a lo bob, también lo haya perdido con el tiempo.
Chica con el pelo punk
Si pensamos en peinados a lo punk, muy probablemente nos venga a la cabeza la famosa cresta. Y este es probablemente el peinado punk más famoso de todos los tiempos, pero a día de hoy no es el único. Como lo punk también ha llegado a los famosos, estos han modernizado la cresta e inventado nuevas fórmulas de modelar su pelo según este estilo.
De esta forma, es habitual ver a actrices con peinados con crestas y los lados de la cabeza rapados o versiones más agresivas de peinados a lo bob, con un solo lado de la cabeza rapado y todo el pelo echado hacia un lado formando un flequillo inclinado.

¿Saben los famosos de dónde vienen sus peinados punk?

Que los famosos lleven hoy peinados punk es totalmente antipunk, y supone la mejor muestra de que este tipo de peinados ha perdido su significado original. Porque lo tuvo. Durante la década de los 70 se produjo un cambio de modelo económico a nivel mundial, aunque se vio especialmente en EE UU y Reino Unido. Si antes la economía había estado basada en la producción de cosas (coches, ropa, carbón, armamento…), la subida de los precios del petróleo, unido a otras causas, hizo que algunas mentes empezaran a plantearse una nueva forma de ganar dinero que fuera más allá de producir cosas. Cuando hablamos de algunas mentes nos referimos a mentes con mucho dinero, las clases bajas y medias estuvieron totalmente alejadas de este proceso de cambio.
El objetivo era que quienes tenían mucho dinero consiguieran más, rápidamente y sin tener que producir. Con estas condiciones, los mejores escenarios posibles eran la banca y la bolsa: mover dinero de unas empresas a otras buscando únicamente el beneficio. Y una vez conseguido este beneficio, llevarse el dinero y ponerlo en otra compañía. Vamos, lo que hoy llamamos economía especulativa.
Este afán especulador que protagonizaron la banca y las grandes empresas, y que contó con la colaboración de los gobiernos estadounidense y británico para eliminar cualquier barrera que impidiera la libre circulación del dinero por todo el mundo, acabó por empeorar las condiciones de vida de la clase trabajadora.
En este nuevo contexto de inversiones que volaban de unas empresas a otras, muchas compañías históricas acabaron por cerrar, pues sus dueños preferían especular con su dinero, poner un poquito aquí y allí, a apoyar las fábricas de toda la vida. La consecuencia fue que muchas fábricas cerraron y miles de trabajadores se vieron sin trabajo ni futuro.
En este contexto, años 70 en EE UU y Reino Unido, surge el punk, un movimiento entre lo cultural y lo ideológico que se oponía a lo establecido, que señalaba a los poderosos como los causantes directos del empeoramiento de la vida y que se nutría de las clases obreras que padecían los problemas que hemos comentado. Para los punks, el futuro era negro. Su música no podía ser de otra manera: ruidosa y descorazonadora.

La cresta, el peinado más punk

Por qué los punks escogieron la famosa cresta es un misterio. Pudo ser porque quienes la llevaron, los indios iroqueses de Norteamérica, la usaban cuando se preparaban para la guerra, y quizá los punk quisieron apropiarse de este significado en su “batalla social”.
Incluso soldados estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial, 40 años antes de que aparecieran los primeros punkis, ya peinaban crestas, como demuestran las fotografías tomadas a la 101ª División Aerotransportada, probablemente los paracaidistas más famosos de toda la guerra gracias a sus saltos en la retaguardia de Normandía. No era la cresta punk que rápidamente asociamos a los indios, pero era una cresta.
Sea cual sea el motivo, lo cierto es que el peinado más característico de los punks, tanto los honestos como los famosos que se han apuntado a la moda, es la cresta. Pero hay varias crestas. La más característica es la que emerge de la parte superior de la cabeza, cuyos lados están rapados. Una versión más radical es convertir la cresta en púas, para lo cual hay que gastar cantidades importantes de fijador.
Otra versión es llevar una cresta pero no afeitar completamente los laterales de la cabeza, sino dejar mechones que caen sueltos. Esta es una versión muy extendida entre las punks más jóvenes.
Pero si hablamos de peinados punk populares, hay que hablar de la cresta baja con cola de caballo, donde los lados de la cabeza pueden estar más o menos afeitados; o la falsa cresta, donde la cresta se forma porque se deja crecer el pelo en la parte de arriba, pero no se rapa el resto. Esta es la opción favorita entre los actores y actrices que quieren ir de punks durante unas horas.

El origen del pelo a lo bob

Con el post de hoy iniciamos una serie de artículos en la que contaremos el origen de los peinados más conocidos y populares. En este primer capítulo hablaremos del peinado a lo bob, que tan famoso se hizo durante los años 20 en EE UU.
Peinado a lo bob
El peinado a lo bob es importante no sólo porque inició una imagen característica que se mantiene hasta nuestros días, sino porque fue más que un peinado. Hoy el peinado a lo bob ha perdido todo su simbolismo, pero en la década de los 20, e incluso antes, llevar este peinado mandaba un mensaje muy claro, como veremos.

Primeros atrevimientos

Los estudiosos no se ponen de acuerdo al señalar de dónde viene exactamente este peinado. Unos dicen que fue una costumbre heredada de las enfermeras de la Primera guerra mundial, que empezaron a cortarse sus cabellos por cuestiones de comodidad. Tiene mucho sentido, pero lo cierto es que abundan fotografías de enfermeras que durante esa campaña llevaban el pelo largo recogido en cofias.
Otra teoría, quizá la mejor argumentada, es que el peinado a lo bob se inventó en las pistas de baile. De nuevo, cuestión de comodidad. El baile, ya fuera de salón o en versiones con menos ropa, tenía movimientos explosivos y prolongados que no acababan de encajar con las largas melenas. La solución para evitar molestias y enredos bien pudo ser la tijera.
Peinado estilo bob
Quienes defienden esta teoría señalan directamente a la bailarina Irene Castle como la primera en popularizar este peinado. Castle, que también fue actriz, fue uno de los rostros más conocidos e influyentes desde la década de 1910 hasta bien entrados los 30. Sus primeros pasos en el espectáculo fueron sobre la pista de baile, pero en los años 20, convertida en una popularísima bailarina, dio el salto a la gran pantalla. Con esto, su popularidad explotó y su vida privada llegó a las revistas. Estaba casada con el también bailarín Vernon Castle, fallecido durante la Primera guerra mundial en un accidente aéreo mientras hacía maniobras. Juntos formaron un matrimonio influyente incluso más allá del baile, donde eran una referencia nacional y llegaron a publicar libros divulgativos.
Otro de los campos de influencia de Castle fue la moda. Su rostro aparecía en portadas y había quien prestaba mucha atención a su estilo. Así, su peinado a lo bob, que empezó a lucir a mediados de la década de los 10 se extendió entre algunas lectoras.

Más que un peinado

Si sólo hubiera sido eso, un peinado nacido para mejorar la comodidad de las bailarinas, el peinado a lo bob no seguiría resultando tan interesante a día de hoy. Pero fue más que eso. El peinado a lo bob fue la imagen que adoptaron las flappers como símbolo de identidad. Las flappers fueron mujeres de clase social pudiente que decidieron que también querían pasárselo tan bien como sus maridos. Esto hoy nos parecería algo muy lógico, pero en aquellos tiempos, recordemos que el puritanismo del siglo XIX no estaba tan lejos, la mujer estaba limitada al hogar, mientras que los hombres podían disponer de su tiempo a su antojo.
Corte de pelo estilo bob
Las flappers decidieron que ya iba siendo hora de que ellas también se lo pasaran bien. Así que cambiaron las tornas. Salían, bebían, bailaban. Y rompían el estilo que siempre habían mantenido: vestían faldas cortas, no llevaban corsé, usaban mucho maquillaje. Y lucían el peinado a lo bob.
Hoy el peinado a lo bob ofrece una gama muy rica de estilos. Incluso el flequillo recto y la media melena, sus señas de identidad, no siempre se respetan. Hay flequillos en punta, la media melena no es obligatoria (hay quien incluso prefiere raparse los lados de la cabeza, lo que asemeja el peinado al estilo punk) y las longitudes de corte varían según el gusto. Al fin y al cabo, a un estilo de peinado que reflejaba la libertad no se le puede poner limitaciones.