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¿Qué tipo de educación estoy utilizando con mis hijos?

Cuando tenemos un hijo, estos no vienen con un manual que nos diga que es lo que debemos hacer y cómo debemos hacerlo en cada una de las etapas por las que nuestro niño va pasando.
Educar es una tarea muy complicada y siempre nos surgen dudas acerca de cómo lo estamos haciendo, si estamos haciendo lo correcto, o por el contrario, nos estamos equivocando…esto significa ni más menos que el tema de la educación de nuestros hijos nos preocupa y…nos preocupa mucho.
educación

LOS ESTILOS EDUCATIVOS:

Definimos un estilo educativo como la forma en que los padres se relacionan con sus hijos en el día a día y que buscan enseñarles a desenvolverse en el mundo que nos ha tocado vivir. Los estilos educativos que utilizan cada padre o madre, dependen en buena medida de:

  • El carácter de los progenitores.
  • El tipo de educación que hayan recibido los padres por parte de sus progenitores.
  • Las situaciones en que se producen las distintas conductas que muestra el niño.
  • La forma en que los padres interpretan dichas conductas.
  • Las características personales del propio niño.
  • Relaciones afectivas existentes entre padres e hijos.

Con todo ello, podemos hacer una clasificación de cuatro grandes tipos de estilos educacionales, aunque, en la mayoría de los casos, los padres pueden llegar a utilizar varios dependiendo del momento vital en el que se encuentren, del carácter del niño, la situación, etc…

  1. Estilo Educativo Autoritario
  2. Estilo Educativo Permisivo
  3. Estilo Educativo Negligente
  4. Estilo Educativo Democrático

ESTILO EDUCATIVO AUTORITARIO:

  • Los padres utilizan gran cantidad de normas y reglas que cumplir.
  • Dichas normas son rígidas e inflexibles.
  • Las muestras de afecto suelen ser escasas.
  • Se utiliza la imposición, frente a la negociación o el diálogo.
  • Los padres se muestran impulsivos en sus actos.
  • Hay un abuso en la utilización de los castigos.
  • No hay consideración por el interés del menor.
  • Los padres suelen querer conseguir cosas que no están a la altura del nivel madurativo del menor.

Como consecuencia:

  • Los hijos se muestras obedientes y sumisos siempre que estén presentes las figuras paternas, sin embargo, en su ausencia, son niños muy inseguros y temerosos.
  • Poseen una baja autoestima.
  • Suelen ser niños con mayor posibilidad de padecer depresión en la edad adulta.
  • Suelen manifestar sentimientos de culpa.
  • Suelen evitar los conflictos por tener pocas o nulas habilidades sociales.

ESTILOS EDUCATIVO PERMISIVO:

  • Los padres muestras continuamente cariño y afecto por sus hijos.
  • Las normas y límites se utilizan raramente.
  • La vida familiar gira en torno al niño, en base a sus preferencias y gustos.
  • Suelen evitar que se produzcan conflictos.
  • Los padres no suelen ser modelos de aprendizaje, sino que los niños aprenden por sí sólos.
  • Son otros adultos los que se encargan de educar al niño, en lugar de los progenitores.

Como consecuencia:

  • Muy bajo rendimiento académico por que no se esfuerzan, no porque no tengan capacidad.
  • Muy baja tolerancia a la frustración.
  • Son niños muy inestables emocionalmente, no son capaces de regular sus impulsos.
  • Son frecuentes los cambios de humor.
  • Son niños muy inseguros.

ESTILO EDUCATIVO NEGLIGENTE:

  • Se muestran insensibles e incluso fríos con sus hijos.
  • Las normas no existen.
  • Suelen abusar del castigo.
  • No se implican ni en la educación ni en la crianza de los niños.
  • Escasas muestras de afecto.
  • Las necesidades del menos no se tienen en cuenta.

Como consecuencia:

  • Muy baja autoestima.
  • No son capaces de aceptar las normas y los límites.
  • Ausencia de empatía.
  • Propensos a los conflictos.

ESTILO EDUCATIVO DEMOCRÁTICO:

  • Se muestran cariñosos, afectuosos y cercanos a sus hijos.
  • La comunicación es fluida entre padres e hijos.
  • La educación del menor busca convertirlos en personas independientes y autónomas.
  • Se utilizan normas y límites que están claramente establecidos por ambas partes.
  • Suelen usar el refuerzo en lugar del castigo.

Como consecuencia:

  • Gozan de una buena autoestima.
  • Son generosos con los demás.
  • Gran empatía.
  • Son niños competentes con una gran cantidad de habilidades sociales.
  • Son niños independientes y autónomos.
  • Tienen un gran sentido de la responsabilidad.
  • Muestran afecto y tienen muy buena relación con los padres.

En resumidas cuentas, el estilo educativo utilizado por padres en la crianza de los hijos no es el único factor determinante en la conducta de los mismos, pero si uno de los más importantes. Los estilo educativos se pueden aprender y controlar, y, en función de lo expuesto anteriormente, los beneficios del estilo democrático es mayor que en el resto.
En ocasiones, por las propias características personales del niño, se hace necesario combinar varios estilos educativos, optimizando los beneficios de los mismos.

Peinados para el mal tiempo

Los días de lluvia son más disfrutables cuando sabes que ese paseo bajo el agua terminará en una sala acogedora. La lluvia, te guste o no, tiene eso: te hace pensar en un estado de bienestar que no tardará en llegar… Salvo que tengas el pelo largo. Si tienes melena, ni siquiera una cabaña en la montaña con chimenea va a hacer que pasear bajo la lluvia merezca la pena. Cuando estés escuchando el crepitar de la lumbre, tu pelo estará bufado (o con frizz) y pidiéndote que hagas algo. ¿Cómo evitarlo? Respuesta sencilla. ¿Cómo evitarlo sin tener que cortar? ¡Sigue leyendo!
El pelo cambia por la humedad haya o no lluvia. Es un proceso químico. Nuestro cabello, que es básicamente queratina, reacciona ante el agua del aire, lo que llamamos humedad, y el resultado es ese rizado poco definido que conocemos como encrespamiento o frizz. Es inevitable: cuanto más pelo expongamos al contacto del agua en suspensión, más pelo se rizará.
Los peinados para el mal tiempo buscan dos objetivos: primero, reducir la exposición de pelo al aire y, segundo, crear peinados con cierta tensión en el cabello para impedir así que el pelo se pueda encrespar o, que si finalmente se encrespa, que se note poco.
Hemos ordenado las siguientes ideas por dificultad, de más fácil a más difícil.

Para quienes busquen soluciones urgentes: las coletas

Es la solución más sencilla: una goma de tela –ya sabéis que hay que evitar las de goma sin recubrimiento porque tienden a llevarse unos cuantos pelos de recuerdo–, un giro de muñeca y ya está. Pueden ser coletas altas, comunes entre deportistas porque el pelo no cae a los hombros y no molesta, o bajas, algo más estilizadas.
coleta, peinado para mal tiempo
¿Cuál de las dos formas de hacer la coleta es mejor para luchar contra la humedad? Depende de la tensión. Por regla general, la coleta baja necesita menos tensión que la alta, pues la baja muchas veces se limita a recoger el pelo en una goma, mientras que la alta sí moviliza más cantidad de pelo y obliga a tirar de él. La coleta alta gana en este caso. Eso sí, cuando te hagas la coleta, recuerda no pasarte con la tensión, pues puedes arrancarte el pelo. La solución para esos pelos que quedan sueltos no es estirar y estirar, sino recurrir a las siempre útiles horquillas.

Para quienes quieran controlar el cabello pero también salir a cenar: los recogidos

Categoría trampa. El clásico moño a lo calcetín, que se consigue rápidamente gracias a esos aros que se venden en cualquier sitio, es sencillísimo, pero el mundo de los recogidos puede plantear un reto a cualquiera.
Aquí nuestra receta contra el encrespamiento no está relacionada con la tensión, como en el caso de las coletas, sino con recoger la mayor cantidad de pelo posible para evitar que entre en contacto con el aire húmedo. Con esta idea, cualquier recogido que reúna cabello en la parte superior de la cabeza nos servirá para este propósito. Usaremos para ello un sinfín de complementos: horquillas, diademas, cintas, pañuelos o redecillas.

Para manitas del cabello: las trenzas

La categoría maestra. Es cierto que las trenzas pueden añadirse a un recogido –un recogido con trenzas es siempre elegante–, pero son tan complicadas que merecen una categoría propia. Las trenzas evitan la humedad mejor que las coletas y los recogidos porque precisamente combinan lo mejor de cada tipo de peinado: hay tensión y también se recoge el pelo.
Las mejores trenzas para evitar la humedad son aquellas que se enroscan en la cabeza, no las que parecen coletas más elaboradas (una especialmente popular es la cola de pez o de pescado). Si sólo hiciéramos la trenza y la dejáramos caer, el efecto antihumedad sería incompleto, pues habría mucho pelo en contacto con la humedad del aire. Para evitarlo hay que sumar ambas técnicas: trenza y recogido. Las bóxer braids son también un buen recurso.

Para quienes quieren protegerse de la humedad pero no quieren saber nada de peinados

Hablamos de la gente con verdadera prisa. En estos casos lo mejor es optar por una prenda que cubra la mayor parte del cabello. Las opciones más estilosas, como las gorras con visera, son estéticamente adecuadas, pero deficientes en nuestro objetivo de evitar el encrespamiento porque dejan mucho cabello expuesto. Una solución podría ser recoger todo el cabello posible y ponerlo bajo la gorra, lo que automáticamente nos elimina la categoría de viseras pequeñas y con poco hueco. Los sombreros serías más adecuados.
Una opción mejor en el campo de la protección, pero mucho peor en el campo del estilo, son los gorros de invierno que, al ser elásticos, pueden guardar más cabello en su interior. Calientes y antihumedad, perfectos. ¿Buscas algo más completo? Entonces atrévete con los gorros con orejeras tan comunes en los parajes más fríos.

Las neuronas = Células nerviosas

Las células nerviosas que tenemos en el cerebro se llaman neuronas. Cuando nacemos, lo hacemos con el número total de células que vamos a necesitar a lo largo de toda nuestra vida. Sin embargo, esto no significa que, por diferentes motivos, las neuronas puedan morir.
Sin embargo, también debemos aclarar que nuestro cerebro posee la capacidad de producir nuevas células cerebrales, gracias a un proceso que recibe el nombre de neurogénesis.
Cuando se produce una pérdida importante de neuronas se ven afectadas nuestras capacidad cognitivas, tales como pensar, resolver problemas, prestar atención, etc….
neurona
Y es necesario hacer una distinción entre sufrir un daño cerebral y que se produzca una pérdida neuronal. Nuestro cerebro puede sufrir un daño cerebral como consecuencia de sustancias nocivas como el alcohol, y sin embargo no provoca que las neuronas se mueran.
Existen determinadas causas que pueden provocar la muerte de neuronas, que serían:

  • Causas neuropsicológicas.
  • Causas alimenticias.
  • Causas ambientales.
  • Consumo de drogas.
  • Accidentes cerebrovasculares.
  • Falta de oxigeno en el cerebro.
  • Traumatismos

CAUSAS NEUROPSICOLOGICAS

Entre Las causas neuropsicológicas que podrían producir la muerte de neuronas, destacarían las siguientes:

  • Sufrir un cuadro de estrés, ansiedad y pánico graves de manera crónica.
  • Esquizofrenia y/o psicosis.
  • Enfermedad de Alzheimer.
  • Enfermedad de Párkinson.
  • Narcolepsia o ataques repentinos de sueño.
  • Disminución de las horas de sueño.

CAUSAS ALIMENTICIAS

  • Realizar un desayuno escaso o no saludable.
  • Comer de forma compulsiva.
  • Hiperhidratación o tomar agua en exceso.
  • Deshidratación.

CAUSAS AMBIENTALES

  • La contaminación excesiva del aire que respiramos.
  • Intoxicaciones por monóxido de carbono.
  • Exposición a productos químicos, tales como el plomo, manganeso y
  • Utilización de productos en la eliminación de plagas.

CONSUMO DE DROGAS

Entre las que producen mayor destrucción de neuronas destacarían:

  • Cocaína.
  • Anfetaminas
  • Antipsicóticos.
  • Tabaco
  • Éxtasis
  • Consumo de benzodiacepinas durante tiempo prolongado.
  • Anfetaminas y metanfetaminas.
  • Esteroides

ACCIDENTES CEREBROVASCULARES

Tales como el ictus o el infarto cerebral. Cuando una persona sufre un accidente cerebrovascular, el daño cerebral es gavísimo y las neuronas pueden continuar muriéndose aunque la circulación sanguinea se haya restablecido.

FALTA DE OXÍGENO EN EL CEREBRO

Como ocurre en el caso de:

  • La hipoxia cerebral, en este caso las neuronas no están recibiendo la cantidad de oxígeno necesario y por eso mueren.
  • Apnea del sueño, en la cual también el aporte de oxígeno a las células nerviosas disminuye y, en consecuencia, están terminan muriendo.

TRAUMATISMOS

Entre ellos:

  • Conmoción cerebral, como consecuencia de accidentes que son imprevisibles: de tráfico, practicando deporte…
  • Contusión cerebral, en este caso se produce un “cardenal” en el tejido del cerebro.
  • Latigazo cervical, es el algo muy frecuente en los accidentes de tráfico, en el que hay un desplazamiento fuerte y brusco de la cabeza primero hacia delante e inmediatamente hacia detrás.
  • Zarandear la cabeza de forma brusca.

Aunque todas estas causas son capaces de producir la muerte de neuronas, también debemos decir que nuestro cerebro posee la capacidad de “sanarse” así mismo y generar nuevas neuronas. También es cierto que hay otras “causas saludables”, como la práctica de ejercicio diario, una alimentación sana….que también favorecen la regeneración neuronal.

Mantequilla o aceite de oliva

En el post de hoy enfrentaremos a los dos grandes acompañantes del pan del desayuno: la mantequilla y el aceite de oliva. El combate promete ser apasionante.
Pero antes, recordemos el camino hasta aquí. En un post anterior la mantequilla se batió con la margarina. Fue un combate duro, con la mantequilla iniciando la lucha con tantas ventajas (grasas monoinsaturadas y polinsaturadas) como desventajas (80% de grasa), y con la margarina en la misma situación: que tuviera menos grasa (alrededor del 60%) era positivo, pero no tanto que tuviera tantas grasas trans, que son las que aumentan el colesterol malo y eliminan el bueno. Con estos ingredientes, el combate continuó reñido (la margarina moderna contratacó con una mejora importante: menos grasas trans), pero finalmente la victoria fue para la mantequilla. ¿Las razones? Aunque la margarina ya no es tan perjudicial como antes, la mantequilla sigue teniendo un origen más limpio (animal, nada de emulsión de aceites vegetales), menos grasas trans y mejor sabor.
Mantequilla
Pero ahora la mantequilla se enfrenta a un peso pesado del desayuno: el aceite de oliva. Ya adelantamos que el combate aquí será menos reñido: el aceite de oliva tiene mucha más grasa monoinsaturada (la buena) que la mantequilla. Básicamente, de cada 10 unidades de grasa, el aceite de oliva tiene unas 7 que son monoinsaturadas, mientras que la mantequilla tiene 2. ¿Qué significa esto?
Recordemos las distintas clases de grasa que existen, o al menos las que nos interesa conocer para este post. La clave para distinguir los siguientes cuatro tipos es si añaden o reducen colesterol bueno y malo. Recordemos que el colesterol bueno (HDL en los análisis) es aquel que elimina colesterol, y que el colesterol malo (LDL) es aquel que se termina por acumular en las arterias impidiendo el paso de la sangre y aumentando el riesgo de sufrir arterosclerosis, que es lo mismo que decir obstrucción de las arterias por acumulación de placas de grasa. Estos cuatro tipos de grasa son:

  • Monoinsaturadas. Aumenta el colesterol bueno y disminuye el malo.
  • Polinsaturadas. Reduce ambos colesteroles.
  • Saturadas. Aumenta ambos colesteroles.
  • Trans. Disminuye el colesterol bueno y aumenta el malo.

Sabiendo esto, podemos afirmar que el aceite de oliva es mucho más saludable que la mantequilla, pues tiene mucha más grasa monoinsaturada.

Gana el aceite, pero…

Pero no tan rápido. Vale, tenemos un ganador, pero que el aceite salga victorioso no deja en la lona a la mantequilla, que es también un excelente alimento. ¿Por qué? Por dos razones. La primera tiene que ver con las calorías. En este blog ya hemos aprendido que las calorías son relativas, y que no es lo mismo 100 calorías de zanahorias y brócoli, por ejemplo, que 100 calorías de barritas de chocolate. La mezcla de verduras te mantendrá saludable y no te hará engordar; las chocolatinas irán directamente a tus michelines, al tiempo que harán que tu organismo se desespere una media hora más tarde por un poco más de azúcar. En ambos casos son 100 calorías, pero sus efectos no son los mismos.
Aceite de oliva
Lo que importa es cómo se reparten esas calorías entre grasas, proteínas y carbohidratos. Y si comparamos este reparto entre aceite y mantequilla, obtenemos que el aceite es 100% grasa, mientras que la mantequilla se queda en el 80%. Así es, el aceite engorda más que la mantequilla. Aquí tenemos un punto para el debate.
El otro punto tiene que ver con el origen de ambas grasas. Por regla general, cuando un alimento tiene un origen animal, lo normal es que sea mayoritariamente proteína. Algo parecido ocurre con los alimentos de origen vegetal, que son, en su mayoría, carbohidratos; hay excepciones, como las lentejas, que tienen muchas más proteínas de las que les corresponden como legumbres que son, pero esta regla es general. Si hablamos de vitaminas y minerales, ocurre más o menos lo mismo: los alimentos de origen animal llevarán asociados los minerales y las vitaminas propios de las proteínas, y los vegetales los de los carbohidratos.
Esto mismo ocurre con la mantequilla y el aceite. Si echamos un vistazo a sus vitaminas y minerales, veremos que el aceite apenas tiene estos nutrientes. Contiene vitamina K, muy necesaria para la formación de glóbulos rojos, y vitamina E, que es un antioxidante, pero poco más. Sin embargo, la mantequilla es rica en vitamina A, uno de los principales antioxidantes, entre otras virtudes, vitamina E, vitamina D (ayuda a la absorción de calcio) y vitamina K. Y si hablamos de minerales, la mantequilla es rica en fósforo, yodo, potasio y sodio (mal, por la sal), mientras que el aceite apenas tiene ningún mineral.
En conclusión, desde un punto de vista de calidad de la grasa, el aceite vence de manera clara, pero si nos detenemos a mirar los nutrientes, no podemos hablar de un claro ganador: la grasa del aceite es más sana, pero este alimento engorda más y no tiene tantas vitaminas ni minerales como la mantequilla.

Cómo aprender a relativizar los problemas

Sois muchos los que me preguntáis que hacer o cómo actuar cuando tenéis un problema que no os podéis quitar de la cabeza. Por este motivo he pensado que el post de esta semana podría versar sobre este tema que “tantos quebraderos de cabeza” os produce. No se trata de tener un problema importancia y quitarle importancia, todo lo contrario, se trata de aprender a relativizar las cosas que nos suceden y de esta manera, aprender si son urgentes, importantes o pueden esperar.
Relativizar significa “comparar o poner en relación una cosa con otra”; por este motivo, el mismo problema no es percibido de la misma forma por personas distintas; mientras que para una persona puede parecer algo insalvable, para otra no puede tener la más mínima importancia.
¿Por qué? Pues porque la percepción de los problemas que cada persona hace viene determina por la valoración que hace de los mismos, y, esta valoración, a su vez, dependerá de nuestras experiencias y vivencias pasadas.
problema
Entonces, ¿que sucede con aquellas personas que se preocupan excesivamente por todo o hacen una montaña de un grano de arena?. Pues lo que sucede es que no saben relativizar sus problemas y llegan a tomar decisiones incorrectas.
Vamos a hacer un repaso por una serie de técnicas que nos enseñen a resolver los problemas, empezando por las más sencillas y terminando por alguna “más elaborada”.

  • El primer mundo: Dependiendo del lugar en el que vivamos las que cosas que nos preocupan son completamente diferentes. Por ejemplo, problemas del primer mundo serían: olvidarse de poner la lavadora, que el móvil se quede sin batería, estar en un atasco en la autopista….Cuando te asalten alguno de estos problemas, piensa en sí para el resto de las personas, del tercer mundo por ejemplo, serían tan importantes, sobre todo porque ellos no las poseen, su máxima preocupación es poder hacer una comida al día. Por lo tanto, piensa si pueden esperar y cambia el discurso.
  • ¿Qué le dirías a un amigo que tuviese tú mismo problema?. Cuando algo nos sucede parece que el mundo se acaba y no hau nada más importante que aquello que nos preocupa; sin embargo, cuando el mismo problema lo tiene otra persona, enseguida somos capaces de darle un consejo o recomendación de cómo solucionarlo. Pues bien, ahora que ya tienes la solución, aplícatela a ti mismo.
  • ¿Qué te llevarías a una isla desierta?. Si el motivo de tu preocupación es un objeto, cosa o persona que te llevarías a una isla desierta, estoy de acuerdo en que te preocupes por ello, pero si no es así, deja de perder el tiempo y comienza a disfrutar el momento.
  • La importancia de la respiración. Para ello nada mejor que la metáfora del joven y el gurú, que dice así:

METÁFORA

“Había un joven que deseaba tener éxito y tener mucho dinero, fue con un gurú y le dijo:- ¡Quiero estar en el mismo nivel que tú!
Y el gurú le dijo:
– Si quieres estar al mismo nivel que yo ¡Te espero mañana en la playa!
El joven llego a la playa a las 4 am, listo para trabajar, con su ropa deportiva, con sus pantalones cortos. El gurú le agarro de la mano y le pregunto:
– ¿Cuánto deseas tener éxito?
El joven respondió:
– ¡Más que nada en el mundo!
Y el gurú lo llevo al agua. Cuando estaban en el agua, lo llevo a lo más profundo, y el joven pensó:
– ¡esto es una locura!
Entonces el joven le dijo:
– ¡Hey! yo lo que quiero es dinero, ¡no quiero aprender a nadar! ¡ no quiero ser socorrista!. Yo lo que quiero es dinero y éxito.
El gurú le respondió:
– Nada más adentro, más profundo.
Y el joven volvió a pensar que el gurú estaba loco, que sabe cómo hacer dinero, pero está loco.
Y le dijo:
– Ven más profundo, ¡nada más adentro! Pensé que querías tener éxito.
– ¡Si quiero!
– Entonces ven más profundo.
Cuando se acerco, le cogió de la nuca, metió su cabeza en el agua y la mantuvo ahí adentro. Lo mantuvo con la cabeza en el agua hasta que el joven estaba a punto de ahogarse, apunto de desmayarse, y entonces le dejo que sacara la cabeza.
Y el gurú le dijo:
– Tengo una pregunta ¿En qué estabas pensando cuando tenías la cabeza en el agua?
– ¡Sólo pensaba en respirar!
– Cuando tú quieras tener éxito con la misma fuerza que deseabas respirar, entonces ¡tendrás éxito!”
Moraleja: respirar es más importante que cualquier otra cosa, porque si no lo hacemos, ¡nos morimos!.

  • Si ese mismo problema lo tuvieses al mismo tiempo que una enfermedad, ¿te seguiría importando tanto?. Normalmente, cuando no nos encontramos bien, el resto de problemas parecen tener menos importancia de la que nos parecía en principio. Si la respuesta a la pregunta anterior es negativa, entonces no pierdas más el tiempo con dicha preocupación y ¡a otra cosa, mariposa!.
  • Compara el problema que ahora te preocupa con otras situaciones también problemas que te hayan sucedido en el pasado. A lo largo de la vida suceden gran cantidad de imprevistos y problemas que tenemos que solucionar. Si el problema que ahora te angustia se parece a algo parecido que hayas superado en el pasado, entonces ¡tira para adelante!.
  • ¿Qué es lo peor que podría sucederte tomando esa decisión en la que te estás pensando? La inmensa mayoría de las veces tendemos a exagerar nuestros miedos, y luego casi nunca es para tanto. Esta es una de las formas que más me gusta utilizar para relativizar nuestros problemas. Y si la respuesta a esta pregunta es “podría morirme”, es hora de que pasemos al último punto.
  • Y si hoy fuese el último día de mi vida ¿Qué haría en estas últimas horas?Seguramente en lo que menos pensarías sería en el problema que te ocupa…..pero no hay que llegar a ese extremo para darse cuenta de lo que tiene realmente importancia.

Así que no llegues a este último punto y ¡relativiza lo que te suceda!

Sissi y su obsesión por el cabello

No es difícil imaginar que en pleno siglo XIX, en el centro de Europa, los nobles disponían de tiempo y dinero suficientes para entregarse a sus aficiones. Había quien guerreaba, quien conspiraba, quien admiraba el arte y pagaba para conseguirlo (o para arrebatárselo a otros), quien exploraba un mundo todavía misterioso… Caballeros, vizcondes, condes, marqueses y duques hacían lo que querían. Y si hablamos de ellas, de las nobles, pues igual, aunque encorsetadas por las limitaciones de aquel tiempo. Una de las personalidades de esta época de cuya obsesión más sabemos es la emperatriz Isabel de Baviera, más conocida como Sisi, una mujer obsesionada con su imagen y con su cabello.
Sisi, emperatriz consorte de Austria durante la segunda mitad del siglo XIX, pasó a la Historia como una mujer totalmente obsesionada por su aspecto y, más aún, por su cabello. Su melena era reconocida en todas las cortes y las crónicas de la época la destacaban entre las demás. Señalaban dos cuestiones singulares: sus peinados elaboradísimos y su longitud, pues sus largos cabellos le llegaban a los tobillos, extensión considerable si tenemos en cuenta que la emperatriz medía más de 1,70.
sissi emperatriz
Pese a sus numerosos talentos (hablaba cinco idiomas, leía y releía a los clásicos griegos, gustaba del teatro), rápidamente comprendió que necesitaba un par de manos expertas si quería dar a su cabello el mimo que necesitaba. Y encontró tales manos en Fanny Angerer, la peluquera del teatro de la corte. No fue casualidad que Sisi escogiera a su peluquera de entre bambalinas, pues la emperatriz prefería los peinados artísticos del mundo teatral a los que veía en la corte, versiones mucho más limitadas por los estrictos cánones estéticos de la época. De hecho, tenía álbumes donde recopilaba imágenes de peinados que le llamaran la atención.
La peluquera Angerer estuvo a la altura y cumplió con creces los desafíos de su única clienta. Para Sisi, su cabello se convirtió en una prioridad. Todo su cuerpo lo fue: practicaba deporte a diario (tenía un gimnasio en todas sus casas, normalmente unas anillas para colgarse) y cuidaba al detalle su alimentación, si bien no era del todo equilibrada: pescado hervido, frutas y caldo de carne. La consecuencia fue que, a pesar de su altura, Sisi rara vez pasó de los 50 kg.
Pero volvamos al cabello. Rutinas de cepillado de unas tres horas diarias, lavados y cuidados que se extendían durante horas, cosméticos de sustancias exóticas… Al final hubo que reservar un día de la semana para dedicarlo por entero al cabello. Este hábito se extendía incluso de viaje. Angerer acompañaba a Sisi en todas sus salidas, que no eran pocas ni cercanas –Sisi no estaba cómoda entre la corte austriaca–, y peluquera y emperatriz se convirtieron en inseparables. Incluso existe el rumor de que la peluquera actuaba de doble de la emperatriz en aquellas citas a las que no quería asistir. Unas veces no iba por desgana, pero otras porque Sisi no consideraba que su cabello fuera adecuado para las citas.
Esta obsesión por el cabello granjeó a Sisi algunos problemas. Además de limitar su agenda, también sufrió dolencias físicas. Su mata de pelo, especialmente cuando se lo recogía sobre la cabeza, pesaba más de lo que su endeble cuello estaba dispuesto a aguantar, lo que la producía dolores de cabeza y de columna que se convirtieron en habituales. Aficionada a montar a caballo –quizá su segunda gran pasión–, pasó largas temporadas sin acercarse a estos animales aquejada de dolores físicos. La solución hubiera sido cortar la melena, pero Sisi tenía bien claro que el cabello sería siempre su prioridad número uno.

A ti puede gustarte pasear bajo la lluvia, pero a tu cabello no tanto

Los libros y las películas románticas nos han enseñado que los paseos bajo la lluvia son una buena forma de acabar las citas o de recuperar amores en peligro. Desayuno con diamantes, El diario de Noah, Match Point o Grandes Esperanzas tienen la culpa. Pero basta echar un vistazo por la ventana durante una tormenta para comprobar que aquellos que están en la calle ni pasean ni disfrutan ni se lanzan parlamentos románticos, sino que buscan desesperadamente un lugar donde guarecerse. De nuevo, la realidad no tiene nada que ver con la ficción, pero las películas siguen insistiendo. En el post de hoy nos concentraremos en por qué deberíamos quedarnos en casa un día lluvioso si queremos tener el pelo limpio y también hablaremos sobre esos productos que dicen contener agua de lluvia con propiedades mágicas.
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Aunque podríamos pensar que el agua que cae directamente del cielo es su forma más pura, lo cierto es que es muy rara vez el agua de lluvia está más limpia que la del grifo. La razón es muy sencilla: la contaminación. Para que podamos estar seguros de que el agua de la lluvia está libre de contaminación, tenemos que irnos a zonas sin industrializar, poblaciones muy, muy pequeñas y lejanas a las grandes ciudades. Zonas muy solitarias donde la presencia humana es escasa, por no hablar de infraestructuras y tecnologías modernas. Dicho de otro modo, si estás leyendo estás líneas (porque tienes Internet), muy probablemente el agua que llegue a tu casa a través de las cañerías sea mucho más limpia que la que llega en forma de lluvia.
Es posible leer en algunos foros de Internet que la lluvia tiene propiedades saludables para tu cabello que no tiene el agua corriente. Quienes afirman esto se basan en la limpieza del agua proveniente de las nubes y en que, al llegar directamente sin haberse filtrado a través de la tierra, el agua no tiene minerales. La segunda parte es cierta, pero es irrelevante si la primera es falsa: el agua de lluvia está sucia. No limpia mejor que la corriente, al contrario.
Por tanto, si puedes evitar pasear mientras llueve, hazlo.

Tratamientos con agua de lluvia

Algunos salones de belleza ofrecen tratamientos reparadores basados en agua de lluvia. Prometen que, debido a la pureza del agua, van a penetrar más fácilmente en la fibra capilar y repararla. La verdad es que estos argumentos no tienen ningún sentido, pues el agua, sea del grifo o de la lluvia, no tiene ninguna propiedad reparadora. Como hemos dicho otras veces, la reparación del cabello viene desde dentro, bien a través de la alimentación, bien a través de tratamientos médicos serios, no a través de cosméticos que se echen en el pelo. Pero es que en este caso ni siquiera hablamos de cosméticos que incluyan extractos de plantas o minerales que sí lograrían una reparación superficial del cabello –es lo que hacen los champús reparadores, los acondicionadores o las mascarillas–, sino que lo que se ofrece en estos salones de belleza es pura agua. Eso sí, a precio de serum.
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También es posible encontrar cosméticos enriquecidos con agua de lluvia en el supermercado o a través de tiendas online. Los venden incluso marcas de reconocido prestigio. Las promesas son las mismas: pelo más saludable, reparación a nivel celular y beneficios que llegan incluso a la piel, que rejuvenece y se vuelve más tersa y brillante. Demasiadas propiedades para un agua que cae del cielo, ¿verdad?
Nuestra recomendación es que huyas de estos tratamientos sin sentido y que no malgastes el dinero en productos que digan contener agua de lluvia con propiedades milagrosas. Un champú normal tiene un 0% de agua de lluvia, pero un 100% de ingredientes que limpiarán tu cabello.