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¿Para qué sirve echarse vinagre en el pelo?

Por lo pronto, para hacer que tus amigos se alejen unos metros de ti. Se te preguntabas por qué después de lavarte con este producto la gente se apartaba de ti en el metro o en la oficina, esta es la explicación. En el post de hoy no hablaremos de este inconveniente –aunque sí nos parece bien recordarlo: hay mucha gente que cree que el vinagre en el cabello no huele, grave error–, sino que hablaremos sobre las ventajas de usar este aliño en nuestro cabello.
vinagre de módena
Echarse vinagre en el pelo es uno de los remedios capilares más antiguos que existen. Y es normal: es un producto barato, fácil de conseguir y tiene algunas ventajas que se pueden comprobar rápidamente. A diferencia de la primera persona que se echó Coca-Cola en el pelo o cerveza –¿qué pretendía esa persona? ¿fue un accidente y se dijo “ya que estamos, pruebo toda la lata”?–, en el caso del vinagre es fácil imaginar las razones. El vinagre tiene fama de limpiador milagroso. Quita manchas, restablece el brillo y ayuda a eliminar piojos.

Inquieta a los piojos y elimina hongos

Los piojos, empecemos por ahí. El vinagre, que se produce por la fermentación del alcohol, se caracteriza por su PH ácido, que está entre el 2 y el 3. ¿Cuánto es esto? Digamos que es lo suficientemente ácido como para resultar incómodo a los piojos. ¿Los elimina? No, la función del vinagre es muy concreta. Al enjuagar el cabello con vinagre, lo que se consigue es crear un entorno ácido que repele a los insectos. Para el piojo, así como para otros insectos que disfrutan de vivir en el cuero cabelludo, un entorno ácido es muy incómodo para la vida, así que los piojos se lo piensan dos veces antes de establecerse en cabezas avinagradas.
Esto no significa que un poquito de vinagre vaya a conseguir echar a los piojos de tu hijo, pues para eso tendrás que despegar los piojos del cuero cabelludo usando una lendrera, un peine con largas púas metálicas. Pero, ese chorro de vinagre sí que hará que los piojos no vuelvan. Ventaja nº 1.
No nos olvidemos de la acidez del vinagre, pues a esta se debe también la ventaja nº2: el vinagre elimina hongos. La razón es exactamente lo que hemos explicado: el ácido del vinagre es muy, muy eficaz para eliminar hongos, del mismo modo que el jabón, otro ácido, quita la suciedad. Hay elementos, vivos o no, como los hongos, los aceites o el polvo, que se despegan de donde estén si entran en contacto con un ácido.

Rompe el equilibrio del PH del cuero cabelludo

Hasta aquí lo bueno. ¿Puede ser perjudicial echarse vinagre en el pelo? Es difícil imaginar que alguien decida lavarse habitualmente el cabello con vinagre –espera, no es tan difícil, ¿has oído hablar de la, por suerte casi olvidada moda, del no poo?–, pero si alguien decidiera llevar adelante este experimento, se expondría a varios inconvenientes. ¿Recuerdas el ácido del que prácticamente hemos hablado en cada párrafo? Pues ya iba siendo hora de volver a hablar del ácido y de su bajo PH.
El principal problema del bajo PH del vinagre se debe a que es menor que el del cuero cabelludo (que es de 5,5). Así que someter a nuestra cabeza a continuos lavados de vinagre puede causar irritación, además de una cabeza más sucia que si la laváramos convenientemente con champú.
Por tanto, usa el vinagre si sospechas que tienes hongos o piojos, pero olvídate de usarlo habitualmente como si de un champú habitual se tratara. El vinagre ni limpia ni da más brillo de lo que puede conseguir un champú normalito de supermercado.

Cambios en el pelo durante la menopausia

Nunca hablaremos lo suficiente de la importancia que tienen las hormonas en nuestra vida. Condicionan no sólo lo que ocurre en nuestro organismo, sino también nuestro aspecto y hasta cómo nos relacionamos con el exterior, pues cómo se encuentren nuestras hormonas influye en nuestro humor y ganas de hacer cosas.

Tras la adolescencia, lo habitual es que nuestras hormonas se equilibren y pasemos así la mayor parte de nuestra vida. Hasta que llega la menopausia, cuando vuelven a sufrir otro cambio importante. El cambio es tan decisivo que hasta nuestro cabello lo nota.

La menopausia y los cambios en el pelo

Con la menopausia, el equilibrio hormonal que nos había acompañado en las últimas décadas sufre un cambio radical. Los estrógenos, que son las hormonas femeninas más representativas, son sustituidas por hormonas masculinas. Así es: llegan la testosterona, la androtestosterona y la dihidrotestosterona. El resultado de todo esto es que el cabello, que siempre había preferido las hormonas femeninas a las masculinas, y muy especialmente, odiado a la dihidrotestosterona, pues es la causante de la alopecia androgenética, se ve muy afectado.

En torno al 40% de las mujeres sufren algún episodio de alopecia androgenética a partir de la menopausia. Aunque esta cifra es relativamente alta, parece mucho más de lo que es. Para empezar, la alopecia androgénica femenina se parece a la masculina sólo en la causa (y en las dos primeras palabras de su nombre).

Al igual que la versión masculina, lo que provoca la caída del cabello es el aumento del número de hormonas dihidrotestosterona, DHT, que bloquean los folículos pilosos y les impiden producir nuevo cabello. El resultado: si el cabello no crece, no sustituye el cabello perdido. Salvo que seas mujer.
En el caso de la mujer, la alopecia androgénica no llega a los niveles de caída de los hombres. Sí se pierde volumen capilar, con una cantidad de pelos menor de lo habitual, y además el cabello se vuelve más fino, con lo que se hace visible que algo pasa, pero no se produce una caída tan visible como en el caso de los varones.

Puede haber alopecia, pero no necesariamente

Así es. Ese 40% de mujeres que sufren alopecia femenina es un porcentaje importante, pero está lejos del 100%. Sin embargo, sí es posible que la menopausia traiga problemas al cabello que no son necesariamente su caída. Hablamos de cabellos finos, endebles, sin brillo. Además del cambio hormonal, la menopausia también afecta a la distribución de los recursos y a cómo el organismo decide qué es importante y qué no lo es. Y, como bien sabemos ya, nuestro cuerpo no considera importante cómo luce nuestro cabello.

Ante cualquier señal de alarma, nuestro organismo empezará a desviar recursos para solucionar ese problema, quitándoselos a funciones menos importantes, como el cabello.

Y la menopausia no es un problema, claro, pero sí un estado tan influyente que cambia las prioridades de nuestro organismo. Esto significa que nuestra dieta saludable, que mantenía sano nuestro cabello, ya no será suficiente para tenerlo así, pues parte de los recursos que obteníamos de la buena alimentación, y que nuestro organismo mandaba a los folículos pilosos, los desviará en busca de funciones más importantes.

¿Cómo se puede solucionar esto? Reforzando la alimentación con las vitaminas y minerales que nuestro cabello requiere. Hay alimentos recomendados para cuidar del cabello, así como algunas vitaminas que fortalecen el pelo, así que podemos tenerlo en cuenta para mejorar nuestra alimentación y así ayudar a mantener una buena salud capilar. Añade más verduras a tu dieta, especialmente las verdes (ricas en vitamina B, la clave de la regeneración capilar), zanahorias (el complemento vitamínico que crece en la huerta, ricas en vitaminas A, B, C y E, y en manganeso, magnesio, fósforo, potasio, sodio, zinc, calcio y hierro) y ajos (muy ricos en minerales y vitaminas B y C). Y come mucha carne y pescado. Y no te olvides del agua.

Así que ya sabes, puede que las hormonas cambien y el organismo empiece a alimentar peor a los folículos pilosos, pero esto se puede revertir –al menos la parte de la alimentación– poniendo más atención a la dieta y reforzando los alimentos que sí funcionan.

Consecuencias emocionales de la menopausia

La llegada de la menopausia se asocia a muchas emociones tanto positivas (para algunas mujeres puede suponer un alivio) como negativas (sin embargo, para otras, puede acompañarse de sentimientos de tristeza y/o ansiedad).

La menopausia suele producirse a mediados de los 40 años, si bien, la inmensa mayoría de pacientes en torno a los 50 años ya comienzan a notar variaciones en sus periodos menstruales. También pueden comenzar a notar cambios psicológicos, como irritabilidad, tristeza, enlentecimiento del pensamiento y lapsos de memoria.

efectos de la manopausia

Los cambios hormonales que se producen en la menopausia pueden ser lo que provoquen cambios a nivel emocional, pueden pasar de la tristeza a la euforia en poco tiempo.

Los principales síntomas que acompañan a la menopausia son:

  • Menstruaciones irregulares
  • Sofocos
  • Sudores durante la noche
  • Alteraciones en el ritmo del sueño e incluso insomnio
  • Cansancio
  • Molestias en músculos y/o articulaciones
  • Pérdidas de orina
  • Disminución de la líbido o deseo sexual
  • Sequedad e la piel
  • Cambios de humor, irritabilidad
  • Ansiedad
  • Tristeza y depresión
  • Disminución de la autoestima

Consecuencias psicológicas de la menopausia

Diferentes investigaciones han demostrado que entre los 45 y los 65 años es cuando las mujeres gozan de un menor bienestar emocional, comparado con otros periodos vitales, siendo más probable desarrollar síntomas depresivos y ansiógenos que en otros momentos de la vida.

En parte, los causantes del estado anímico deprimido y ansiógeno son los cambios hormonales que se producen en la menopausia, aunque por sí solos no podemos decir que sean los causantes de dichas alteraciones emocionales. Existen muchas mujeres que sufren menopausia y no experimentan ninguna alteración en su estado de ánimo.

El estado de ánimo deprimido durante la menopausia es más probable que se produzca si, además, se combinan con estos otros factores:

  • Niveles elevados de estrés
  • Presentar sentimientos negativos hacia la vida en general
  • Autoestima baja
  • Tener relaciones insatisfactorias
  • Haber tenido previamente episodios de depresión o bajo estado anímico
  • Hábitos de vida poco saludables como no hacer ejercicio físico, fumar o tomar alcohol.

Muchos de los síntomas emocionales que acompañan a la menopausia pueden superarse introduciendo cambios en nuestro estilo de vida, tales como practicar ejercicios que nos enseñen a relajarnos, reducir los niveles de estrés, dejar de fumar y/o beber…En otras ocasiones, es necesario utilizar terapias complementarias, como pueden ser:

  • Yoga
  • Pilates
  • Taichi
  • Ejercicios de respiración
  • Terapia de relajación
  • Mindfulness
  • Terapia de reemplazo hormonal, que aunque se usa para tratar los síntomas físicos también se ha demostrado que puede aliviar la ansiedad y la depresión.
 

La llegada de la menopausia se asocia a muchas emociones tanto positivas (para algunas mujeres puede suponer un alivio) como negativas (sin embargo, para otras, puede acompañarse de sentimientos de tristeza y/o ansiedad).

¿De dónde viene el pelo afro?

Nuestro recorrido por los orígenes de los estilos más reconocibles de nuestros días se centra hoy en el estilo afro. Una estética que emergió como seña de identidad y acabó siendo absorbida por la moda y apartada de cualquier reivindicación.

Origen del pelo afro

Cuando se investiga sobre el origen del pelo afro, lo habitual es llegar a finales de los 50 y comienzos de los 60 en EE UU y mirar hacia adelante. ¡Como si el pelo afro hubiera surgido allí y el resto del mundo hubiera tenido que esperar! Pero lo cierto es que el pelo afro existe, y desde hace miles de años, en el continente africano. La inmensa mayoría de sus habitantes tienen el cabello grueso, muy negro y rizado, las características básicas del pelo afro. Es una cuestión genética donde el sol tiene mucho que decir.
Mujer con pelo a lo afro
El color del cabello es una medida de protección de nuestro cuerpo para repeler cierta radiación del sol: cuanto más sol hay, más color tiene que haber en nuestro cabello. Lo mismo sucede con la piel. ¿Por qué los nórdicos suelen ser rubios o de cabellos claros y tienen la piel pálida?
Porque a lo largo del año pasan temporadas sin apenas ver el sol. Esto no quiere decir que vivan de noche, sino que, aun siendo de día, las nubes reducen la luz solar. ¿Ocurre lo mismo en muchos países africanos? No, justo lo contrario: pasan largas temporadas bajo un sol abrasador y sin nubes que den respiro. De ahí que las genéticas de nórdicos y africanos sean tan diferentes en cuanto al color de la piel y del cabello.

Estados Unidos

Así que no, el cabello afro no surgió durante la década hippy en EE UU, sino que ya era muy común para millones de personas. Entonces, ¿por qué se sigue insistiendo en señalar a EE UU como el país donde nació el afro? La respuesta no tiene tanto que ver con el peinado en sí como con los valores que este representaba.
Al igual que vimos con el pelo punk, el pelo afro nació como seña de identidad de un conjunto de personas que veían limitados sus derechos. Esto ocurrió en EE UU durante los 60. Pongámonos en situación: algunas zonas de EE UU tenían colegios donde no podían estudiar alumnos negros y autobuses que tenían una zona reservada para ellos (los asientos eran para los blancos), incluso había fuentes de agua potable sólo para blancos. ¡Y pobre del que se atreviera a saltarse estas prohibiciones! Que grupos de blancos enfurecidos persiguieran y hasta pegaran a los negros no se veía con tan malos ojos como lo veríamos hoy en día.
Este era el ambiente. Cualquier cosa se consideraba una provocación para los racistas, así que los negros trataban de esconder sus rasgos. Pero, aunque quisieran, los negros no podían cubrirse por completo o disimular el color de su piel; lo que sí podían hacer era esconder su cabello tan reconocible. Durante la primera mitad del siglo XX, sería muy raro ver a un negro con el cabello largo. Demasiado riesgo. Raparse el cabello o elegir un corte masculino muy corto serían las dos únicas opciones disponibles. Salirse de ellas podía significar una paliza o algo peor.
En cuanto a las mujeres, lo normal era alisárselo si la vida diaria pasaba entre blancos o llevarlo corto y cubrirlo. Sólo cuando la situación era segura, porque fuera un pueblo mayormente de negros o un barrio especialmente poblado de una gran ciudad, las mujeres lo lucían a su gusto, rizado y largo. Hay fotografías de bailarinas de clubes con melenas recogidas, pero son excepciones.

Llegan los cambios

A comienzos de los 60, EE UU vivió un periodo de cierto relajo. Tras la Segunda Guerra Mundial, los siguientes cinco años fueron de jolgorio: se había vencido en la guerra más sangrienta hasta la fecha, la economía se había fortalecido y muchos americanos (blancos) tenían mucho dinero. Era como en los mejores años 20. Sin embargo, la fiesta se acabó cuando el gobierno estadounidense empezó a mirar con otros ojos a quien fuera su aliado en la derrota de Hitler. La Rusia comunista de Stalin amenazaba con robarle todo el protagonismo a EE UU, así que el gobierno decidió hacer algo.
Y dio paso a la caza de brujas del Macartismo, una especie de Inquisición a la americana donde cualquier sospechoso de ser comunista o simpatizante era procesado. Que lo fuera en realidad era lo de menos. Este escenario de tensión se vivió durante toda la década de los 50 y se fue desinflando según pasaban los años. La elección de John F. Kennedy marcó el inicio de un periodo de aperturismo, si bien duró poco. Pero la semilla de la lucha por los derechos ya estaba ahí.
Durante los primeros 60, muchos negros salieron a la calle a manifestarse por sus derechos y, entonces sí, lucieron orgullosos sus peinados a lo afro. Esos peinados eran todo un símbolo, una forma más de reivindicar la negritud y los derechos.
Con el paso de los años, artistas negros empezaron a aparecer noche sí y noche también en los programas más vistos, y esos peinados se pusieron de moda. Y con ello, como ya sabemos, perdieron su valor simbólico y reivindicativo.

¿Es saludable el desayuno inglés?

El desayuno inglés, con su huevo frito, sus salchichas, sus judías y otras tantas peculiaridades, es una comida que rápidamente identificamos. Sin embargo, no hay muchas personas no británicas que se atrevan a meterse entre pecho y espalda semejante cantidad de alimentos. ¿Por qué? En el post de hoy hablaremos de este desayuno hipercalórico y si es justa la fama de poco saludable que le persigue.
Desayuno ingles
¿Qué lleva un desayuno inglés típico? Con una comida con tanta historia como el desayuno inglés es complicado aventurarse a decir qué es un desayuno 100% inglés y qué no lo es, pero sí podemos hablar de lo mínimo que debe llevar un desayuno inglés. Rápidamente podemos recordar el huevo frito, el beicon, un par de salchichas, las judías (baked beans, que son judías blancas cocinadas con salsa de tomate) y algo de pan para mojar. Parece mucho, ¿verdad? Pues esta es la versión corta.
Un desayuno inglés más completo añadiría a todo lo anterior algunas rodajas de morcilla, otras tantas de una salchicha blanca de cerdo, una especie de pastel de patata frita y unas cuantas verduras como champiñones o tomates pasados por la sartén. Que se añadan estos ingredientes o no depende de la región del Reino Unido donde se desayune. Lo que no admite discusión es acompañar todo lo anterior con un café o un . (Todavía hay una variante más: el desayuno inglés con un toque dulce: huevos+beicon+tortitas/gofres)

Punto decisivo: la superficie de los alimentos

El principal pero del desayuno inglés es que todos los ingredientes, salvo las judías, deben pasar por la sartén. Parece una obligación. Hasta el tomate tiene que freírse. Aquí hay un problema, pues las frituras multiplican las calorías de los alimentos. Es una norma que afecta a todos los fritos, pero que es todavía peor con los alimentos que tienen mucha superficie en contacto con el aceite (o la mantequilla).
El problema de los fritos es que absorben aceite, de forma que cuanto más alimento haya en contacto con el aceite, más calorías se añadirán. Por ejemplo, imagina un muslo de pollo grande y jugoso. Y ahora imagina un montón de patatas fritas. El muslo es posible que sea mayor que todas las patatas juntas, que tenga más volumen. Sin embargo, a pesar de ser mayor, tiene menos superficie en contacto con el aceite que las patatas. Retengamos esta idea en la cabeza.
Una buena fritura, la que se hace con freidora cubriendo por completo el alimento con aceite muy caliente, dora rápidamente el alimento de forma que no deja entrar aceite a su interior. Esa costra no sólo está rica, sino que impide que el alimento absorba aceite. La cuestión es que las freidoras no son electrodomésticos tan extendidos en los hogares, así que la mayoría de las frituras se hacen en sartén. Al freír con sartén, el aceite no se calienta tanto como en una freidora, de modo que esta costra no se produce en los alimentos y éstos absorben más aceite. Resultado: más calorías.
desayuno
Pero volvamos al ejemplo. Debido a la mayor superficie en contacto con el aceite, las patatas absorben más calorías del aceite que el muslo de pollo de nuestro ejemplo. Bueno, pues con este concepto claro, imagina ahora qué cantidad de aceite puede absorber una colección de alimentos que son casi planos: el huevo, el beicon, el pan, las rodajas de tomate. ¡Si es que parece pensado a posta! “Traedme los alimentos más planos que encontréis que vamos a freírlos”.

Demasiados embutidos

El origen más probable de esta comida está relacionado con la vida de los obreros ingleses de mediados del siglo XVIII. Los ingredientes de este desayuno son baratos (huevo, salchichas, beicon, patata…), lo que hacía de este desayuno la opción ideal para las clases trabajadoras menos pudientes, las que trabajaban de sol a sol en las ruidosas, sucias y peligrosas fábricas que iban surgiendo según avanzaba la Revolución Industrial. Con turnos de entre 10 y 15 horas y capataces que no dudaban en azotar a los trabajadores si les veían despistados, a los trabajadores ni se les pasaba por la cabeza detenerse para comer. Así que debían desayunar como toros.
No es casualidad que los alimentos del desayuno inglés sean baratos y ultracalóricos. El objetivo era llenarse los carrillos de alimentos que los mantuvieran saciados el mayor tiempo posible, así que las salchichas, las morcillas y el beicon eran necesarios. Lo que nos lleva a las grasas poco saludables y al exceso de sal, inconvenientes habituales de estas carnes curadas y aderezadas con otras grasas para aumentar su sabor.

Versión light

¿Significa entonces que un desayuno inglés sin tanto frito y con raciones mucho más controladas de embutidos sería más saludable? Bueno, habría que hacer algunas variantes, pero, desde luego, mejoraría. Por ejemplo, el beicon, el huevo y la salchicha (habría que olvidarse de la salchicha blanca y de la morcilla) tendrían que pasar por el horno, no por la sartén; habría que olvidarse del pastel de patatas fritas y limitarse a una rebanada de pan de centeno (por supuesto, tostada, no frita); y en cuanto a las verduras, sería suficiente con un toque de horno para calentarlas. Con esto obtendríamos una versión light más adecuada, pero aun con todo, seguiría siendo un riesgo para nuestras arterias.