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Cómo afecta el cambio de hora a nuestro cuerpo

El último domingo de marzo cambiamos la hora. A las 02:00 serán las 03:00. Esto quiere decir que durante unos días, sufriremos un poco de falta de sueño ya que dormiremos una hora menos. Aunque la Unión Europea había acordado frenar esta costumbre de tener horario de verano y de invierno, parece que todavía no se llevará a cabo por los países, y seguiremos retocando las manecillas del reloj. Pero, vamos a lo que nos preocupa aquí, ¿por qué este cambios de hora nos afectan tanto?

Los efectos del cambio de hora al adelantar el reloj

cambio horario
Esta medida se puso en marcha para aprovechar mejor la luz del sol y consumir menos electricidad, de esta manera, se ahorra consumo eléctrico. Esto es la teoría, porque en la práctica, hay opiniones contrarias a que sea realmente funcionan en cuanto a energía se refiere.
Sin embargo, también tiene sus detractores: el cambio de hora afecta a la salud.  De hecho, altera la secreción de melatonina, la hormona que regula el sueño y altera el equilibrio orgánico normal de las personas sanas. Hay mucha literatura sobre ello, y muchos estudios científicos que inciden en dicha problemática. La falta de sueño tiene efectos negativos para nuestro organismo es por eso que los días siguiente al cambio de hora, sobre todo el de primavera en el que dormimos una hora menos, puedan tener las siguientes consecuencias:

  • Fatiga inexplicable. Los días siguientes suelen estar marcados por el cansancio, la irritabilidad y en ocasiones la fatiga. Es como un jetlag pequeñito que también altera los horarios de alimentación. Esto afecta mucho más a los niños que suelen estar más sujetos a rutinas y horarios.
  • Falta de concentración. De lo anterior también derivan problemas de concentración y atención, lo que muchas veces va ligado a accidentes domésticos o lo que es peor, de tráfico. Este aumento significativo de percances en carretera también tiene una relación directa con la falta de luz, recordemos que si el reloj se adelanta una hora ganamos luz por la noche sin embargo, se pierde por la mañana, por lo que al conducir en la oscuridad los reflejos se vean deteriorados.
  • Incremento del riesgo cardíaco. También se ha detectado un aumento de infartos en los días posteriores al cambio horario. La falta de sueño y los cambios hormonales, como explicábamos antes, tienen sus consecuencias.
  • Enfermedades psicológicas. Algunas personas más sensibles a los cambios pueden sufrir algún tipo de depresión o enfermedad mental pasajera por los mismos motivos antes citados.

¿Cómo sobrellevarlo lo mejor posible?

Para sobrellevar el cambio horario podemos llevar a cabo una serie de acciones encaminadas a mejorar la calidad de nuestro descanso como reducir todos aquellos factores que puedan intervenir en la calidad de nuestro sueño (cenas copiosas, utilización de pantallas brillantes, poca ventilación en la habitación…)
Además, para prevenir, deberíamos idear un plan los días anteriores durante los cuales reduzcamos el tiempo de siesta y nos levantemos unos 15 minutos antes la semana anterior para adaptarnos mejor.

Desayuno saludable definitivo ¿Desayunar tostadas con aceite y tomate?

En este blog seguimos buscando el desayuno saludable definitivo. Si hace unas semanas enfrentábamos a la mantequilla contra la margarina, hace algunas menos poníamos en liza la mantequilla y el aceite. ¿Quién venció en ese combate sin igual? No adelantaremos nada, pero sí diremos que estuvo muy, muy reñido. En el post de hoy hablaremos sobre otro de los desayunos típicos: el pan con aceite y tomate¿Es tan saludable como nos dicen? ¿Podría convertirse en el desayuno saludable definitivo?

Lo bueno del candidato a desayuno saludable definitivo de hoy

Empecemos por lo bueno. Lo mejor de echar un chorrito de aceite a una rebanada de pan con tomate es precisamente el aceite, aunque sólo si es aceite de oliva virgen. ¿Por qué? Porque el aceite de oliva virgen tiene la mejor grasa de todas, la que reduce el colesterol malo y aumenta el colesterol bueno.
Como probablemente sepas si nos lees a menudo, el colesterol, que es una grasa esencial en nuestro cuerpo, necesita de unas lipoproteínas que lo lleven por el torrente sanguíneo para que pueda ser útil a nuestro organismo. Pues bien, esas lipoproteínas son lo que conocemos como el colesterol bueno (HDL) y colesterol malo (LDL).
El colesterol malo es necesario, pues es el que transporta el colesterol a través de la sangre, pero en su justa medida: mucho LDL aumenta el riesgo de sufrir arterosclerosis, que es la acumulación de placas de colesterol en las arterias. Si la sangre no puede circular por las arterias porque hay placas de colesterol formando un embudo, aumenta considerablemente el riesgo de padecer infartos o embolias, entre otros problemas.

¿De qué depende que se reduzca este riesgo?

Básicamente, de dos variables:

  • que haya poco colesterol malo, LDL
  • o que haya mucho colesterol bueno, HDL, cuya función es eliminar el colesterol de la sangre.

¿Y dónde entra el aceite en esta explicación? El aceite es una fuente natural de grasa monoinsaturada, que no sólo reduce el colesterol malo sino que aumenta los niveles de colesterol bueno. Dos por el precio de uno.

¿Tenemos entonces que sumergir las tostadas en aceite por esta razón?

No. El aceite es básicamente grasa y, si bien la grasa no es tan mala como se suele decir, sí es cierto que no puede tener una presencia notable en nuestra dieta, y no sólo porque engorde. La clave es llevar una dieta equilibrada, algo como un 50-30-20, donde el 50% sería de hidratos de carbono, el 30% correspondería a las proteínas y el 20%, a las grasas. Dependiendo de cada perfil y de sus necesidades, las cifras variarán (un deportista de élite no come lo mismo que un corredor ocasional), pero es un buen reparto para una parte importante de la población.
¿Y qué hay del tomate? Acierto asegurado: antioxidantes a granel, poco azúcar y alrededor del 95% de agua. ¡Perfecto!

Lo no tan bueno de este candidato a desayuno saludable definitivo

El reparto de los macronutrientes nos conduce directamente al apartado «Lo no tan bueno«. Aquí hay que decir dos cosas. La primera es que un desayuno con aceite de oliva virgen, pan y tomate no está equilibrado. ¿Echas en falta algo? Exacto, las proteínas. Habrá quien diga que las proteínas las añades con la leche o el café con leche, pero lo cierto es que aun así el aporte de proteínas queda muy desigual. Las grasas ocupan mucho más de lo que deberían. Pero hay solución….

El papel del pan en este desayuno

El segundo punto a mejorar es el pan. El pan es un hidrato de carbono que tiene mucha mejor prensa de la que debería. A día de hoy, es casi imposible encontrar un pan saludable. ¿Por qué? Porque las harinas que se usan para hacer el pan blanco proceden de cereales cuyo valor nutritivo no es de los mejores, como el trigo o el maíz. Sólo por esto, el pan tendría que tener más críticos, pero es que además el pan cada vez tiene más azúcar, lo que lo hace todavía menos aconsejable.
¿Significa esto que debemos condenar el pan? No del todo, pero sí tendremos que escogerlo con cuidado. Cuanto menos dulce sea el pan, más saludable será. Es la regla básica. Si quieres pan, que sea de centeno, pero asegúrate de que su porcentaje sea importante, no como esos panes de centeno que luego sólo tienen un 10% y el resto es harina de trigo.

Lo mejorable

Si queremos un desayuno completo, tenemos que añadir a la rebanada de pan con aceite y tomate algo más de proteínas. Hay quien le echará jamón, bien por el sabor, mal por la grasa y la sal. Y quien le echará pavo, mal por el sabor, bien por todo lo demás. Son opciones válidas (especialmente la segunda) que equilibrarán el desayuno.

¿Es el desayuno saludable definitivo?

No, pero seguiremos buscándolo.

Las dietas vegetales y la salud capilar

Cuando hayas terminado de leer este artículo, el número de veganos y vegetarianos en el mundo habrá aumentado considerablemente. Las dietas total o prevalentemente vegetales están el ápice de la popularidad, pero la información nutricional responsable no siempre ha ido de la mano con la arrolladora movilización mercadotécnica…

Aunque es perfectamente posible llevar una dieta equilibrada y saludable basada 100% en alimentos de origen vegetal, lo cierto es que un porcentaje altísimo de las personas que lo hacen no son del todo conscientes de qué requerimientos nutricionales deben cubrir ni de cómo hacerlo. Es por eso que muchos aspirantes a vegetarianos abandonan su intento al sentirse con menos energía o encontrar desequilibrios en sus analíticas.

Dos de los nutrientes más controvertidos cuando se habla de dietas vegetales son el omega 3 y la vitamina B12. Visto que la acción de estos nutrientes también afecta la salud capilar, pues hay vitaminas muy importantes para cuidar nuestro cabello, nos detendremos en ellos.

Omega 3

La fuente principal de omega 3 es el pescado. Eso no implica que sea imposible adquirir este nutriente de manera natural a través de la alimentación, pero -como suele ser en las dietas vegetarianas y veganas- conseguir las cantidades óptimas es un poco más difícil que ¡a la plancha y a la panza!

Algunos alimentos que contienen omega 3 son: nueces, espinacas, semillas de chía, soja, coles, microalgas y semillas de lino. ¡Pero no basta con consumir estos alimentos! También es necesario tomar en cuenta cómo se relacionan con los otros alimentos que consumimos, pues los alimentos ricos en omega 6 (aceites de semillas, margarina y grasas procesadas) compiten con el omega 3 por los canales de metabolización.

Una deficiencia de omega 3 produce, entre otras cosas, problemas de circulación, cosa que favorece la caída del cabello y el atrofiamiento de los folículos pilosos en caso de alopecia.

Vitamina B12

Esta vitamina pertenece al conocido complejo B. Mientras que muchos herbívoros metabolizan esta vitamina en su sistema digestivo, los humanos necesitamos consumirla en nuestra alimentación. Los vegetarianos pueden obtener esta vitamina de los huevos y los productos lácteos, pero en las dietas veganas no hay ninguna fuente confiable de vitamina B12, por lo que se recomienda consumir alimentos fortificados o suplementos.

La dosis necesaria es muy pequeña, pero la vitamina B12 es tan importante, que el cuerpo tiene un pequeño reservorio de ella en el hígado. Es por eso que las consecuencias de una alimentación pobre en vitaminas del complejo B no se manifiestan hasta después de un tiempo (que puede ir entre uno y cinco años). Entre sus efectos en la salud capilar está la aparición prematura de canas.

Una alimentación balanceada puede proveer todos lo que nuestro organismo necesita para funcionar correctamente. Sin embargo, algunas circunstancias pueden dificultar su consumo o absorción. En caso de deficiencias, se recomienda siempre suplementar con nutrientes sintetizados -generalmente de forma temporal, hasta que se consiga reponer la deficiencia y adoptar una dieta más apropiada-.

Recuerda que igual que hay ingredientes positivos para la salud de nuestro cabello, existen ingredientes que provocan la caída del cabello, algo que podrás leer en nuestro blog, pero ya te anticipamos que ningún vegetal está entre ellos.

Disruptores endocrinos: qué son y cómo nos afectan

Los disruptores endocrinos son sustancias que se encuentran en el ambiente, los alimentos y en algunos productos químicos y que afectan al sistema endocrino causando daños graves en nuestro organismo.

Las hormonas mandan señales químicas desde el cerebro a los diferentes órganos del cuerpo para que realicen funciones fundamentales en nuestro desarrollo. Estos disruptores intervienen suplantando la actividad hormonal y desequilibrando el sistema, lo que puede ocasionar alteraciones graves:

  • Enfermedades de salud reproductiva: pubertad precoz, cáncer de mama, de testículos o próstata, disminución de la fertilidad o malformaciones en los genitales de los bebés.
  • Trastornos del metabolismo: obesidad o diabetes.
  • Problemas cardiovasculares
  • Alteraciones neurológicas: Déficit de Atención e Hiperactividad, alteraciones de conducta, Parkinson…

¿Dónde se encuentran los disruptores endocrinos u hormonales?

Principalmente se encuentran en:
1- Plásticos: sobre todo en aquellos que contienen BPA (bisfenol A) PVC o PC (policarbonato). Estas sustancias se emplean para fabricar contenedores de alimentos (latas, botellas de agua no reutilizables, botellas de aluminio…) pero también en juguetes, biberones, chupetes, electrónica o electrodomésticos. La legislación europea prohibió su utilización pero actualmente están permitidos con el único requisito de pedir autorización para utilizarlos en su fabricación.

2- Pesticidas: alrededor de la mitad de nuestros alimentos están contaminados con plaguicidas y pesticidas. Procloraz es un fungicida muy utilizado y permitido en la Unión Europea. Si la exposición se mantiene a largo plazo las alteraciones hormonales pueden producir desórdenes y malformaciones sexuales y también problemas de tiroides con posible impacto en el desarrollo del cerebro. No existe una dosis segura.

3- Insecticidas y ambientadores del hogar: todos hemos tenido que deshacernos de alguna plaga de insectos en nuestra casa. Muchos de los insecticidas que utilizamos son irritantes y tóxicos para el sistema nervioso y sospechosos de causar algún tipo de cáncer. Lo malo es que muchas veces se quedan en el ambiente y luego pasan a formar parte del polvo de la casa con sus efectos nocivos adicionales. Los ambientadores químicos también son nocivos para nuestra salud.

4- Cosmética y productos de higiene: muchos productos que aplicamos sobre nuestros cuerpos pueden contener sustancias perjudiciales para la salud como las cremas solares, laca de uñas, champús, cremas de afeitado…

5- Alimentos: aquellos alimentos más expuestos a los pesticidas son susceptibles de estar más contaminados. Las verduras y las frutas como las lechugas, tomates, pepinos y manzanas parece que presentan índices mayores de químicos disruptores. También hay que poner especial cuidado en el pescado azul, por el alto contenido en mercurio.

¿Cómo evitar la exposición? ¿Qué precauciones seguir?

Las mujeres embarazadas y los niños deben de seguir con más cuidado las recomendaciones sugeridas ya que el feto está mucho más expuesto a los cambios químicos que puedan darse en su organismo.
En cuanto a los alimentos, se recomienda lavar concienzudamente y varias veces la fruta y las verduras. En el caso de que se puedan pelar, siempre es recomendable hacerlo. Si se puede, se recomienda consumir alimentos orgánicos y de temporada pues certifican que no se ha utilizado ningún pesticida en su producción y son mucho más saludables a largo plazo.

Se recomienda evitar el uso de plásticos en la medida en que se pueda. A la hora de calentar recipientes en el microondas hacerlo mejor en contenedores de vidrio o cerámica y seguir estas mismas pautas para su almacenamiento en el frigorífico. Investigar a la hora de comprar juguetes, chupetes y biberones para los bebés asegurándose de que no están fabricados con Bisfenol A, PVC o PC y lo mismo para las botellas de aluminio que es mejor que sean de acero. Ojo con los tickets de compra de algunos sitios, muchos están compuestos de un material térmico altamente tóxico, evitar llevarse las manos a la boca u ojos después de haber tocado la tinta y sobre todo, evitar que los niños lo hagan.

Ventilar la casa a menudo para sacar el polvo acumulado con restos de químicos de productos de limpieza, detergentes, insecticidas o ambientadores.

Momnesia: ¿qué es eso?

«¿Dónde he dejado las llaves?», «¿Para qué venía yo a la cocina?» «Me he quedado en blanco». No es que seamos despistadas, bueno, algunas sí, pero hay detrás un motivo mucho más potente. Seguramente cuando terminéis de leer este post, muchas mujeres que seáis madres entenderéis algunas cosas que hasta el momento os desconcertaban.

¿Qué sucede con la memoria durante el embarazo?

Resultará una obviedad, pero cuando nos quedamos embarazadas todo se transforma: se producen cambios en nuestro cuerpo a causa de las hormonas que se apoderan de nosotras y nada vuelve a ser lo mismo. Aunque sepamos que esos cambios van a llegar, no es lo mismo saberlo que experimentarlos.
Otro cambio además del físico, que es el más evidente y del que nadie nos advierte, es que durante el embarazo y después del parto nos comienza a fallar la memoria. Eso que nos sucede se conoce con el nombre de momnesia o amnesia de las madres.
Ahora es cuando algunas o muchas de las que estéis leyendo este post diréis “¡madre mía! ¡ya lo entiendo todo!”.
La amnesia del embarazo la llegan a padecer entre un 50 y un 80% de las mujeres y tiene una explicación desde el punto de vista científico: todos los cambios hormonales que las mujeres experimentan durante el embarazo producen, a su vez, cambios en la actividad y funcionamiento del cerebro, teniendo como consecuencia pérdidas parciales en la memoria a corto plazo (MCP).

¿Cuáles son los detonantes?


Entre las hormonas liberadas durante el embarazo y que producen “estos olvidos” se encontrarían:

  • La prolactina
  • El estradiol
  • La progesterona
  • El cortisol
  • Y fundamentalmente, la oxitocina.

La oxitocina, también conocida como “hormona del amor”, se libera en grandes cantidades después del embarazo y mientras estamos amamantando a nuestro bebe y, además, es la encargada de establecer esa conexión “tan especial” entre madre e hijo.
El cerebro de las madres, a partir del parto, centra toda su atención en ese vínculo emocional, es lo más importante para ellas en ese momento. Si a esto le sumamos la falta de sueño que acompaña los primeros meses de vida de nuestro bebe, tenemos una especie de niebla a nivel mental o, dicho con otras palabras, nuestra memoria se vuelve “más espesa”.
Por lo tanto, si en alguna ocasión no os acordáis de dónde habéis dejado tal o cual objeto, o vais a alguna estancia de la casa, pero no sabéis para qué, o, de repente, ibas a decir algo, pero te quedas en blanco, no te preocupes y haz como Dori en la película “Buscando a Nemo”: sigue nadando, sigue nadando, nadando, nadando…, porque se pasará con el tiempo.

¿Qué es la misoginia y en qué consiste?

La misoginia se define como el odio, aversión y prejuicio hacia las mujeres y niñas.
Detrás de un comportamiento misógino se esconden multitud de creencias e ideas irracionales que van transmitiéndose generación tras generación dentro del entorno familiar y/o social, provocando discriminación y desigualdad entre las personas que la padecen.

Ideas misóginas

La principal creencia irracional que constituye la misoginia es considerar a las mujeres como seres inferiores frente a los hombres, lo que provoca la idea de que estas deben desempeñar un “rol o papel” determinado dentro de la sociedad como, por ejemplo, quedarse en casa atendiendo los cuidados y las responsabilidades de la familia.
Otra idea misógina es considerar que la mujer debe de estar al servicio del hombre, tratándolas como un objeto, valorándolas por su aspecto físico y utilizándolas con fines reproductivos.
Las personas misóginas muestran una gran cantidad de ideas distorsionadas sobre las personas por el simple hecho de nacer con un sexo determinado. La misoginia se manifiesta en situaciones muy diversas como, por ejemplo, cuando se motiva más a un chico que una chica a la hora de estudiar y realizarse laboralmente, o cuando se adoptan actitudes de maltrato y agresión física y/o verbal hacia una mujer.
Normalmente las personas con actitudes misóginas niegan serlo y se definen como sensatas y cabales, sin embargo, en sus actos diarios muestran esta animadversión hacia las mujeres.

Actitudes que definen la misoginia

Algunas de las características o actos que comparten las personas misóginas en su vida cotidiana y que pueden servir de ayuda para identificarlas son las siguientes:

  • Utilizar dos categorías básicas para clasificar a las mujeres: Recatada frente a provocadora, fría frente a emocional, etc.
  • Se suele tratar de hombres que necesitan ejercer el control sobre las mujeres en diferentes ámbitos de la vida, bien en el terreno económico, laboral, sentimental, etc. Suelen llevar las riendas a la hora de tomar decisiones e incluso ridiculizan a sus parejas por ello.
  • Culpabilizan a las mujeres por todo lo malo que les ocurre en la vida.
  • Humillan a las mujeres de manera habitual en diferentes contextos.

Impacto psicológico de la misoginia en quien la padece

Las personas que sufren comportamientos misóginos de manera habitual suelen sufrir graves consecuencias en su salud mental, ya que viven en una realidad distorsionada en la que es más fácil encontrar situaciones de violencia, por lo que su estabilidad emocionalpuede tambalearse.
Uno de los efectos más preocupantes que tiene la misoginia en la salud mental de las mujeres es lo que se conoce como misoginia interiorizada. Las mujeres que la desarrollan llegan a creer que estas ideas son ciertas, lo que les provoca alteraciones de la propia imagen, auto-rechazo, trastornos alimenticios e incluso culpabilidad cuando son víctimas de abusos y/o maltratos.

Estos efectos pueden llegar a ser devastadores si se padecen de manera prolongada en el tiempo, por este motivo, cualquier mujer que crea que está sufriendo comportamientos misóginos en su entorno o es consciente de que tiene ideas arraigadas como consecuencia de una educación misógina, debe de buscar de manera urgente ayuda profesional que le permitirá encontrar bienestar y estabilidad psicológica y poder disfrutar de una vida plena cuya prioridad será el respeto.

Consecuencias emocionales de la menopausia

La llegada de la menopausia se asocia a muchas emociones tanto positivas (para algunas mujeres puede suponer un alivio) como negativas (sin embargo, para otras, puede acompañarse de sentimientos de tristeza y/o ansiedad).

La menopausia suele producirse a mediados de los 40 años, si bien, la inmensa mayoría de pacientes en torno a los 50 años ya comienzan a notar variaciones en sus periodos menstruales. También pueden comenzar a notar cambios psicológicos, como irritabilidad, tristeza, enlentecimiento del pensamiento y lapsos de memoria.

efectos de la manopausia

Los cambios hormonales que se producen en la menopausia pueden ser lo que provoquen cambios a nivel emocional, pueden pasar de la tristeza a la euforia en poco tiempo.

Los principales síntomas que acompañan a la menopausia son:

  • Menstruaciones irregulares
  • Sofocos
  • Sudores durante la noche
  • Alteraciones en el ritmo del sueño e incluso insomnio
  • Cansancio
  • Molestias en músculos y/o articulaciones
  • Pérdidas de orina
  • Disminución de la líbido o deseo sexual
  • Sequedad e la piel
  • Cambios de humor, irritabilidad
  • Ansiedad
  • Tristeza y depresión
  • Disminución de la autoestima

Consecuencias psicológicas de la menopausia

Diferentes investigaciones han demostrado que entre los 45 y los 65 años es cuando las mujeres gozan de un menor bienestar emocional, comparado con otros periodos vitales, siendo más probable desarrollar síntomas depresivos y ansiógenos que en otros momentos de la vida.

En parte, los causantes del estado anímico deprimido y ansiógeno son los cambios hormonales que se producen en la menopausia, aunque por sí solos no podemos decir que sean los causantes de dichas alteraciones emocionales. Existen muchas mujeres que sufren menopausia y no experimentan ninguna alteración en su estado de ánimo.

El estado de ánimo deprimido durante la menopausia es más probable que se produzca si, además, se combinan con estos otros factores:

  • Niveles elevados de estrés
  • Presentar sentimientos negativos hacia la vida en general
  • Autoestima baja
  • Tener relaciones insatisfactorias
  • Haber tenido previamente episodios de depresión o bajo estado anímico
  • Hábitos de vida poco saludables como no hacer ejercicio físico, fumar o tomar alcohol.

Muchos de los síntomas emocionales que acompañan a la menopausia pueden superarse introduciendo cambios en nuestro estilo de vida, tales como practicar ejercicios que nos enseñen a relajarnos, reducir los niveles de estrés, dejar de fumar y/o beber…En otras ocasiones, es necesario utilizar terapias complementarias, como pueden ser:

  • Yoga
  • Pilates
  • Taichi
  • Ejercicios de respiración
  • Terapia de relajación
  • Mindfulness
  • Terapia de reemplazo hormonal, que aunque se usa para tratar los síntomas físicos también se ha demostrado que puede aliviar la ansiedad y la depresión.
 

La llegada de la menopausia se asocia a muchas emociones tanto positivas (para algunas mujeres puede suponer un alivio) como negativas (sin embargo, para otras, puede acompañarse de sentimientos de tristeza y/o ansiedad).

Los trastornos de ansiedad

La angustia es sentir miedo pero sin saber decir a que se tiene o siente ese miedo. Tanto el miedo como la angustia son respuestas adaptativas necesarias para la supervivencia.
Trastornos de ansiedad
Una respuesta que en principio es adaptiva y favorable al individuo, puede llegar a convertirse en desadaptativa cuando aumenta tanto la intensidad como la frecuencia de la misma, de tal manera que si se hace crónica, hablamos de un trastorno de ansiedad.
La ansiedad se puede producir de dos formas: de manera permanente o intercalada con periodos de normalidad.

Clasificación de los trastornos de ansiedad:

  • Ataque de Ansiedad: Consiste en un cuadro de ansiedad, de máxima intensidad cuya aparición es repentina. El paciente no manifiesta síntomas previos a la aparición del ataque y piensa que se va a morir porque no entiende que es lo que le está pasando. Los síntomas corporales de un ataque de ansiedad suelen ser: taquicardia, opresión en el pecho, sudor, palpitaciones, sensación de ahogo, respiración acelerada, nauseas, dolor abdominal, sensación de hormigueo o entumecimiento de las extremidades superiores e inferiores, miedo a morir o a volverse loco. El episodio suele durar unos pocos minutos pero puede prolongarse varias horas.
  • Trastorno por Ansiedad Generalizada, se suele caracterizar por síntomas más leves pero persistentes del ataque de ansiedad. Normalmente el paciente suele notar palpitaciones, diarrea, sudor, temblor, dificultad para poder hablar. Es bastante habitual que el paciente presente una combinación del Ataque de Ansiedad y el Trastorno de Ansiedad, es decir, que sufra un episodio repentino y que, posteriormente a este, se muestra alerta ante cualquier estímulo (salir a la calle, utilizar transporte público, etc….). Para poder realizar un diagnóstico de este trastorno es necesario que el paciente lo haya padecido la mayoría de los días, durante no menos de 6 meses, al menos tres de los síntomas citados anteriormente.
  • Fobias, se trata de respuestas ansiosas desproporcionadas frente a un estímulo concreto, como puede ser: viajar en avión, a los insectos o animales, a padecer enfermedades graves, a salir a la calle, a espacios cerrados, etc….Entre las fobias, debemos destacar las siguientes:
  • Agorafobia, se trata de una respuesta de ansiedad a los espacios abiertos o a aquellas situaciones en las que la huida es difícil. Las personas que sufren este tipo de fobia, al temer sufrir un episodio, acaban por recluirse en casa sin salir.
  • Fobias simples, se trata de miedo a estímulos específicos, como por ejemplo, a las arañas (aracnofobia), al agua (hidrofobia), a la sangre (hematofobia). Las fobias específicas o simples se caracterizan por ser miedos irracionales y excesivos que aparecen y desaparecen según la presencia o ausencia del estímulo aversivo. Cuando el estímulo objeto de la fobia está presente, la persona respuesta con un cuadro de ansiedad, desapareciendo este cuando lo hace dicho estímulo.
  • Fobias sociales. Es el miedo que presenta una persona cuando se encuentra alrededor o se siente observado por otras personas. Se trata de una fobia que puede aparecer de manera brusca, cuando por ejemplo, la persona ha sufrido una situación humillante o incómoda por parte de terceros o, bien, de forma paulatina.
  • Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT). Es un trastorno que se produce cuando la persona ha sufrido de forma real un acontecimiento o episodio en el que su vida ha corrido peligro y, aunque se trate de un episodio aislado, la experiencia es revivida en forma de pesadillas y miedos. También se considera como suceso traumático las catástrofes naturales, las violaciones, accidentes y/o enfermedades mortales, torturas, secuestros….La principal respuesta al evento traumático es volver a experimentar dicho suceso en forma de pesadillas, recuerdos y malestar psicológico al pensar o enfrentarse a situaciones o acontecimientos parecidos. Puede aparecer una incapacidad para recordar determinados detalles del trauma, un desinterés por las actividades que antes resultaban placenteras, desapego afectivo, sensación de un futuro. Suele aparecer de forma aguda y a cualquier edad, inclusive en la infancia. Dichos síntomas deben prolongarse como mínimo durante un mes porque si no es considerado como un Trastorno por Estrés Agudo.
  • Trastorno por Estrés Agudo, consistiría en lo mismo que en el TEPT, pero cuyos síntomas tienen una duración inferior al mes. Los síntomas más comunes suelen ser disminución en la expresión de los sentimientos, incapacidad o dificultad para recordar el acontecimiento traumático y despersonalización. Hay una alta probabilidad de que las personas que sufren este trastorno terminen desarrollando un TEPT.
  • Trastorno de Ansiedad Inducido por Sustancias. En este caso, la persona presenta síntomas ansiosos como consecuencia del consumo de sustancias (drogas o medicamentos). Los síntomas deben persistir después de un periodo de abstinencia de más de un mes. Suele tratarse de un trastorno transitorio que desaparece una vez que la sustancia ha sido metabolizada y se ha restaurado el equilibrio fisiológico del organismo. Normalmente, las sustancias cuyo consumo producen la aparición de dicho trastorno son el alcohol, la cocaína, las anfetaminas y sus derivados, alucinógenos y cannabis.
  • Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). Las obsesiones son pensamientos, ideas, sensaciones o sentimientos recurrentes que producen una gran ansiedad. Las personas los perciben como ajenos a su control aunque son conscientes que son productos de su mente. Las compulsiones más habituales son las relacionadas con la limpieza, la higiene personal, las comprobaciones, el orden y los actos repetitivos. Suele tratarse de un trastorno muy invalidante por la gran inversión de tiempo que la persona realiza en el objeto u objetos de obsesión.

TRATAMIENTO DE LOS TRASTORNOS DE ANSIEDAD

Durante el ataque de ansiedad se suele administrar medicación ansiolítica o tranquilizante para aliviar toda la sintomatología que presenta el paciente. Posteriormente el tratamiento medicamentoso se debe completar con terapia psicológica, fundamentalmente con técnicas cognitivo-conductuales, como pueden ser las técnicas de relajación y los ejercicios de respiración (que son fundamentales para aliviar el miedo y la ansiedad anticipada), la exposición al estímulo aversivo, la desensibilización sistemática.
Ansiedad
También es recomendable realizar terapia grupal y familiar que ayudará a que las diferentes personas que forman parte de la vida del paciente de adapten a las diferentes dificultades psicosociales que lleva asociado el trastorno.
La combinación de ambos tratamientos es efectivo en el 80-90% de los pacientes, observándose una mejoría significa aproximadamente a las 8 semanas después de iniciarse el tratamiento.

El cortisol: la hormona del estrés

El cortisol es una hormona esteroidea, o glucocorticoide, producida por las glándulas suprarrenales, las cuales están situadas encima de los riñones. Se libera como respuesta al estrés y ante situaciones tales como despertarse por las mañanas o después de hacer ejercicio físico.
Sus funciones principales son incrementar el nivel de azúcar en la sangre a través de la gluconeogénesis, suprimir el sistema inmunológico y ayudar al metabolismo de las grasas, proteínas y carbohidratos.
Hombre estresado con el cortisol disparado

¿Cómo funciona el cortisol en respuesta a una situación de estrés?

El cortisol, por tanto, está implicado en la respuesta de “supervivencia” ante un evento o situación estresante. Pongamos el siguiente ejemplo:

  1. Se produce una situación o evento estresante.
  2. Como consecuencia el organismo responde hormonalmente y las glándulas suprarrenales comienzan a liberar cortisol.
  3. El cortisol llena el organismo de glucosa, que son una fuente de energía inmediata para los músculos de mayor tamaño, preparando de esta manera al cuerpo para “luchar o huir”.
  4. Por otro lado, el cortisol evita que la glucosa se almacene en el cuerpo inhibiendo la producción de insulina, haciendo de esta manera que dicha glucosa se consuma de forma inmediata.
  5. Además, el cortisol estrecha las arterias, mientras que otra sustancia llamada epinefrina, aumenta la frecuencia cardiaca, por lo que la sangre se bombea de forma más fuerte y rápida.
  6. La situación o evento estresante es resuelto.
  7. Se normalizan los niveles hormonales.

Después de la breve explicación anterior, podríamos pensar que el tener niveles elevados de cortisol no constituye un problema para el organismo, y, efectivamente esto es así.

Vivimos en una sociedad en dónde continuamente vivimos corriendo y con niveles elevados de estrés la mayor parte del tiempo, por lo que nuestros cuerpos no paran de bombear cortisol y esto, a medio-largo plazo, genera estragos en nuestro organismo.

Tener un exceso de cortisol en el organismo de manera habitual puede hacer que la persona termine padeciendo un trastorno llamado “Síndrome de Cushing”, cuyos principales síntomas son:
Aumento de peso, principalmente en la cara, en el pecho y en el abdomen.
Color rojizo y forma redondeada de la cara.
– Aumento de presión arterial.
– Debilitamiento de los músculos.
– Osteoporosis
– Ganas de beber agua mayor de lo habitual y, en consecuencia, mayor frecuencia en ir al baño para orinar.
– Osteoporosis.
– Cambios de humor produciendo, ansiedad, irritabilidad y/o depresión.
– Disminución de la líbido.
– En las mujeres, irregularidades en el periodo menstrual, llegando incluso a la desaparición total de la misma.

Enfermedad de Addison

Por el contrario, tener niveles bajos de cortisol en nuestro organismo puede deberse a la denominada Enfermedad de Addison. Se trata de una enfermedad autoinmune, en la que el propio cuerpo destruye las glándulas suprarrenales. Los principales síntomas de dicha enfermedad son:
– Pérdida de peso.
– Cansancio.
– Mareos, sobre todo, al levantarse para ponerse de pie.
– Debilidad muscular.
– Cambios de pigmentación en la piel.
– Fluctuaciones en el humor.
Dichos síntomas aparecen de forma gradual y cuando hay sospechas de ella, hay que consultar de forma inmediata a un especialista para que realice una evaluación de forma urgente.

¿De que otra forma nuestro cuerpo puede aumentar los niveles de cortisol?

La falta de sueño, el aumento en el consumo de cafeína y alcohol también tienen efectos sobre el cortisol, provocando un aumento en los niveles de los mismos.
Normalmente solemos ingerir una mayor cantidad de cafeína cuando estamos más estresados, quizá porqué necesitamos mantenernos espabilados durante más tiempo, con lo cual hay una mayor liberación de cortisol por parte de nuestro organismo.
Si además está combinación viene acompañada de un aumento en el consumo de bebidas energéticas podemos provocar un desequilibrio a nivel importante en nuestro cuerpo.
También en periodos de estrés prolongados, se suele dormir menos, algo que también influye en nuestros niveles de cortisol.
En resumidas cuentas, aumentar el consumo de cafeína, de alcohol y padecer una falta de sueño, actúa de manera conjunta en la cantidad de cortisol liberado por nuestro cuerpo, aumentando por tanto los niveles de estrés que debemos tratar.

Mantequilla o aceite de oliva

En el post de hoy enfrentaremos a los dos grandes acompañantes del pan del desayuno: la mantequilla y el aceite de oliva. El combate promete ser apasionante.
Pero antes, recordemos el camino hasta aquí. En un post anterior la mantequilla se batió con la margarina. Fue un combate duro, con la mantequilla iniciando la lucha con tantas ventajas (grasas monoinsaturadas y polinsaturadas) como desventajas (80% de grasa), y con la margarina en la misma situación: que tuviera menos grasa (alrededor del 60%) era positivo, pero no tanto que tuviera tantas grasas trans, que son las que aumentan el colesterol malo y eliminan el bueno. Con estos ingredientes, el combate continuó reñido (la margarina moderna contratacó con una mejora importante: menos grasas trans), pero finalmente la victoria fue para la mantequilla. ¿Las razones? Aunque la margarina ya no es tan perjudicial como antes, la mantequilla sigue teniendo un origen más limpio (animal, nada de emulsión de aceites vegetales), menos grasas trans y mejor sabor.
Mantequilla
Pero ahora la mantequilla se enfrenta a un peso pesado del desayuno: el aceite de oliva. Ya adelantamos que el combate aquí será menos reñido: el aceite de oliva tiene mucha más grasa monoinsaturada (la buena) que la mantequilla. Básicamente, de cada 10 unidades de grasa, el aceite de oliva tiene unas 7 que son monoinsaturadas, mientras que la mantequilla tiene 2. ¿Qué significa esto?
Recordemos las distintas clases de grasa que existen, o al menos las que nos interesa conocer para este post. La clave para distinguir los siguientes cuatro tipos es si añaden o reducen colesterol bueno y malo. Recordemos que el colesterol bueno (HDL en los análisis) es aquel que elimina colesterol, y que el colesterol malo (LDL) es aquel que se termina por acumular en las arterias impidiendo el paso de la sangre y aumentando el riesgo de sufrir arterosclerosis, que es lo mismo que decir obstrucción de las arterias por acumulación de placas de grasa. Estos cuatro tipos de grasa son:

  • Monoinsaturadas. Aumenta el colesterol bueno y disminuye el malo.
  • Polinsaturadas. Reduce ambos colesteroles.
  • Saturadas. Aumenta ambos colesteroles.
  • Trans. Disminuye el colesterol bueno y aumenta el malo.

Sabiendo esto, podemos afirmar que el aceite de oliva es mucho más saludable que la mantequilla, pues tiene mucha más grasa monoinsaturada.

Gana el aceite, pero…

Pero no tan rápido. Vale, tenemos un ganador, pero que el aceite salga victorioso no deja en la lona a la mantequilla, que es también un excelente alimento. ¿Por qué? Por dos razones. La primera tiene que ver con las calorías. En este blog ya hemos aprendido que las calorías son relativas, y que no es lo mismo 100 calorías de zanahorias y brócoli, por ejemplo, que 100 calorías de barritas de chocolate. La mezcla de verduras te mantendrá saludable y no te hará engordar; las chocolatinas irán directamente a tus michelines, al tiempo que harán que tu organismo se desespere una media hora más tarde por un poco más de azúcar. En ambos casos son 100 calorías, pero sus efectos no son los mismos.
Aceite de oliva
Lo que importa es cómo se reparten esas calorías entre grasas, proteínas y carbohidratos. Y si comparamos este reparto entre aceite y mantequilla, obtenemos que el aceite es 100% grasa, mientras que la mantequilla se queda en el 80%. Así es, el aceite engorda más que la mantequilla. Aquí tenemos un punto para el debate.
El otro punto tiene que ver con el origen de ambas grasas. Por regla general, cuando un alimento tiene un origen animal, lo normal es que sea mayoritariamente proteína. Algo parecido ocurre con los alimentos de origen vegetal, que son, en su mayoría, carbohidratos; hay excepciones, como las lentejas, que tienen muchas más proteínas de las que les corresponden como legumbres que son, pero esta regla es general. Si hablamos de vitaminas y minerales, ocurre más o menos lo mismo: los alimentos de origen animal llevarán asociados los minerales y las vitaminas propios de las proteínas, y los vegetales los de los carbohidratos.
Esto mismo ocurre con la mantequilla y el aceite. Si echamos un vistazo a sus vitaminas y minerales, veremos que el aceite apenas tiene estos nutrientes. Contiene vitamina K, muy necesaria para la formación de glóbulos rojos, y vitamina E, que es un antioxidante, pero poco más. Sin embargo, la mantequilla es rica en vitamina A, uno de los principales antioxidantes, entre otras virtudes, vitamina E, vitamina D (ayuda a la absorción de calcio) y vitamina K. Y si hablamos de minerales, la mantequilla es rica en fósforo, yodo, potasio y sodio (mal, por la sal), mientras que el aceite apenas tiene ningún mineral.
En conclusión, desde un punto de vista de calidad de la grasa, el aceite vence de manera clara, pero si nos detenemos a mirar los nutrientes, no podemos hablar de un claro ganador: la grasa del aceite es más sana, pero este alimento engorda más y no tiene tantas vitaminas ni minerales como la mantequilla.